Opinión

Cómo les quedó el ojo

Luis Carlos Rojas García

Luis Carlos Rojas García

Escritor

Una cachetada, de esas que los amantes del maltrato recuerdan con cariño, fue lo que recibió más de uno al ver al presidente electo, Gustavo Petro, dialogando frente a frente con Rodolfo Hernández y, sobre todo, con Álvaro Uribe Vélez.

Por supuesto es entendible la indómita reacción ya que la gran mayoría de los colombianos piden a gritos plomo, guerra y golpes. Uno no sabe si es por algún trauma de infancia o porque simplemente la violencia les alimenta. No obstante, es lamentable y hasta vergonzoso verlos ahora rasgándose las vestiduras en su chocarrera indignación, criticando incluso a sus amados próceres, los mismos que hace un par de semanas defendían a capa y espada y estaban dispuestos a inmolarse por ellos.

En verdad es irrisorio leer los comentarios de unos y otros diciendo que el señor presidente electo es el de Uribe y miles de cosas más; sin embargo, la situación es otra. Lo que hasta el momento se está haciendo, es llevar a cabo el desarrollo de una política que se planteó desde hace mucho rato.

Gustavo Petro fue claro desde un comienzo y si lo miramos con detalle, dejando de lado las animadversiones y quitando lo malo que puedan tener, porque lo tienen, todos estos personajes juegan un papel importante en la creación de una nueva sociedad.

Algunos tienen un conocimiento interesante, no lo podemos negar, independientemente que lo hayan utilizado para hacer daño. Otros tendrán que aportar a la construcción de un proceso de paz desde la verdad y la sinceridad y así sucesivamente todos y cada uno, desde el más corrupto, hasta el más santo. Cosa que pinta, sin lugar a dudas, muy bien, porque es la única manera de sanar tanto dolor.

Sin embargo, nos hemos podido dar cuenta que el problema de Colombia, como lo he dicho cientos de veces, es su propia gente. Más o menos, es algo así como un montón de chinos malcriados que ahora no hay cómo hacerles cambiar su mal comportamiento y su pensamiento ignorante en donde lo único que puede haber en sus cabezas es bala, maltrato, guerra y hasta muerte. De ahí su desasosiego frente a una política de paz y el diálogo.

Entonces, el verdadero reto de este actual gobierno es educar a un pueblo cuya salud mental es preocupante. Un pueblo acostumbrado al golpe, a la amenaza y a todo tipo de maltrato para poder funcionar.

Por esta razón, el presidente electo Gustavo Petro podrá sentarse con el uno y con el otro, pero, la campaña educativa de desaprender para aprender de los colombianos será el verdadero éxito de su gobierno. Vale la pena recordar, por supuesto, que esto es tarea de todos.

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