Opinión

Gobernador-“Alcalde” o Alcalde-Gobernador

Nelson Germán Sánchez Pérez -Gersan-

Nelson Germán Sánchez Pérez -Gersan-

Creo que como la mayoría de quienes habitamos el Valle de San Bonifacio de las Lanzas de Ibagué actualmente, tengo la impresión de que el Gobernador Ricardo Orozco ha sido más Alcalde que el Andrés que hoy se sienta en la silla de su tocayo López de Galarza. Y en una ciudad huérfana de un Alcalde real es como Ibagué hoy- en lo formal sabemos hay alguien en el puesto-, pues el comportamiento de burgomaestre de un Gobernador es, al menos, un aliciente.

Muchos tenemos la percepción de Orozco como un Alcalde-Gobernador o Gobernador-Alcalde, porque buena parte de su tiempo y agenda, lógicamente también producto de los coletazos del  confinamiento, lo ha pasado en Ibagué. Su mirada y varias acciones han estado concentradas sobre esta capital, a saber: la inversión de los recursos de la nación en el Hospital Federico Lleras Acosta (La Francia); en recuperar parte de la planta física de la sede del Limonar de ese centro hospitalario con algo del rentado propio, se ha conocido.

También, la iniciativa de dar matrícula cero mientras sea Gobernador para los estudiantes de la Universidad del Tolima de la modalidad presencial, lo mismo que a los del Conservatorio de Música (ambos en Ibagué) y el ITFIP (del Espinal, pero algunos también de esta ciudad).

Del qué hacer y cómo hacer para combatir la delincuencia creciente en Ibagué no se contiene frente a un micrófono. Y sus intervenciones directas y públicas en temas relacionados con ocupación de UCI, toques de queda, confinamiento, horarios que deben regir sobre la capital tolimense son evidentes y a la postre plasmadas en los decretos de la Alcaldía de Ibagué. Lo mismo que su presencia en barrios inundados o en desastre con radio en mano, dirigiendo los comités de emergencia dando órdenes e instrucciones, mientras el Alcalde de rumba en el Eje Cafetero –perdón, de retiros espirituales-.

No me le he tomado un tinto, compartí sí uno –yo pagué el mío-, antes de que legalmente fuera Gobernador –o Alcalde ad hoc de Ibagué por incapacidad permanente del titular- creo que fue el martes 31 de diciembre de 2019, mientras yo esperaba a mi hija que hacia una compra y coincidimos porque él utilizaba como “oficina” uno de los cafés del centro comercial para atender a su clientela burocrática; tenía a muchos con la lengua y la hoja de vida en la mano en las mesas circundantes a la suya, esperando recibir la bendición o dar el besa manos para que el Tolima los uniera en un puesto. Hasta ese momento solo era el Gobernador y las palabras que cruzamos giraron en torno a su mirada regional y sus apuestas como mandatario. Nada preveía en el horizonte que debería calzar, por inacción u omisión del electo, los zapatos de Alcalde de Ibagué.

En resumen, porque el Covid 19 no nos ha permitido visitar palmo a palmo, este bello departamento para correr el velo y mirar de frente la realidad de lo obrado, hasta entonces hablar de la gestión buena o mala del Gobernador del Tolima, sobre el Tolima, más allá de las propias fronteras de Ibagué es algo así como una falacia ad hominem. Y podría incurrirse en una injusticia, un error o replicar una mentira. Los logros y resultados en la región están por verse una vez esta bruma de la pandemia, en el segundo semestre de 2021, permita con más tranquilidad observar directamente sobre terreno lo que ha pasado en los 46 municipios restantes del departamento tras casi dos años de gobierno. La idea y configuración mental que ahora tenemos son por llamadas, videoconferencias, chats, expresiones en redes desde esas localidades, que dicho sea de paso no son muy halagüeñas que digamos, por eso se requiere esa verificación directa para contrastar el anuncio, el boletín o el parte oficial con los hechos.

Amanecerá y veremos, dijo el ciego mientras buscaba en la noche oscura, una vaca negra con su poca visión. Pero ya veremos, para poder contar qué tanto se ha unido con el progreso y bienestar a la provincia tolimense. Mientras, esperar que Orozco no se canse de ser – o lo obliguen- un Gobernador-Alcalde o un Alcalde- Gobernador para Ibagué, porque ahí sí, apague y vámonos; nos lleva el que nos trajo.

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