Opinión

La patadita de la buena suerte

Luis Carlos Rojas García

Luis Carlos Rojas García

Escritor

Recuerdo las historias de los abuelos, aquellas que tenían que ver con brujas, duendes y otros seres fantásticos que, en verdad existieron; sí, existieron en las memorias y las creencias colectivas de la gente de la época que se aferraron a las mismas para explicas muchas veces fenómenos que no comprendían y, sobre todo, para entender las situaciones que se vivían en la sociedad del momento.

Por supuesto, no podemos desconocer que muchas de estas historias sirvieron a unos y otros para manipular, enamorar e, incluso, para asesinar en nombre de seres fantasmagóricos como es el caso de la inquisición y su cacería de brujas.

No obstante, estas creencias son tan fuertes que hoy en día muchos de los que vivieron aquella época las cuentan como ciertas, por ejemplo: la bruja llegaba a los techos de las casas y se llevaba a los niños que no estaban bautizados o que los duendes escondían las cosas y molestaban a las quinceañeras.

Por supuesto, estas creencias populares no son propias de nuestro país, incluso, en los países del norte y hasta en los europeos y más allá, tienen sus propias creencias y les han dado la misma intensidad y credibilidad que resulta difícil no pensar que en cualquier momento nos va a aparecer el fantasma en la cabaña, el dragón en la laguna o el espectro en el espejo.

Sin embargo, una cosa es que estos mitos y leyendas enriquezcan las culturas de las regiones de todo el mundo y otra muy distinta es que sigamos pensando que son ciertas. Sobre todo, cuando tenemos al alcance de nuestras manos y nuestros cerebros tanta información.

Por tal motivo, es aterrador, en extremo, pensar que hoy en día existan personas dentro y fuera del país sigan apoyando la corrupción, la violencia y, por supuesto, el plomo porque como ya todos sabemos: es lo que hay y es lo que viene.

Sí, es aterrador leer en las redes sociales a colombianos dentro del país y en el exterior apoyando las masacres que se llevan a cabo en la actualidad a raíz de la incompetencia de un gobierno que no es ni una cosa ni la otra. Es abrumador encontrarse con compatriotas que añoran ir a darles bala a los manifestantes, que no se compadecen con la pobreza, la desigualdad, los crímenes y, que como si vivieran en esos días en donde todo se hacía a punta de vela, sigan creyendo en fantasmas, demonios, brujas o seres con la capacidad de hacer ganar elecciones en países foráneos e, incluso, en la tierra del tío Samuel.

Así es mis queridos amigos, es increíble que la gente siga pensando en cosas como que el Castrochavismo existe, que Rusia se nos quiere meter a la casa o que Gustavo Petro tiene el poder de controlarlo todo a su antojo, que paga cincuenta mil pesos a los manifestantes o que no deja gobernar a Iván Duque cuando lo único que ha demostrado este personaje es que es un incompetente bueno para nada y títere de su mentor Uribe Vélez.

No le cabe a uno en la cabeza que cientos de personas, sobre todo esas que se hacen llamar de bien, sean tan ciegas o, a lo mejor, tan corruptas, caso ejemplar el de la “periodista”, Vicky Dávila quien ha convertido al medio en donde trabaja en un pasquín en donde se tapa toda la barbarie del país y en donde se construyen las cortinas de humo más descaradas para cubrir el actuar delictivo de Uribe Vélez y para enlodar todo el tiempo la imagen de Petro, al parecer, porque tienen claro que es su oponente más fuerte; tanto así, que como lo vimos en las elecciones pasadas, tuvieron que recurrir a la ayuda del narcotráfico para poder comprar las elecciones.

Sin embargo, lo más gracioso de todo esto es que, pese a los montajes, embustes y juego sucio en contra de Gustavo Petro, lo único que ha logrado, hoy por hoy, es convertir al susodicho en el candidato número uno para hacerle frente al Centro Democrático. Le han dado la fuerza que no tuvo antes; lo han posicionado en el lugar que no querían que estuviera, me refiero en la mente y el corazón de muchos que, incluso, antes lo miraban con malos ojos. En resumidas cuentas, la bajeza del Centro Democrático y sus medios, le han dado a Gustavo Petro la patadita de la buena suerte.

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