Historias

Roma, non basta una vita (Roma, no basta una vida)

Martha Lucía Barbieri

Martha Lucía Barbieri

Comunicadora Social -Yo soy la que soy –

Jueves de volver a “La Città Eterna”…, eterna para mí porque como si el tiempo se hubiese detenido traigo a mi corazón los relatos de mi madre de lo que fueron sus meses en Roma, escuchaba atenta las historias sobre su prometido italiano, el tiempo en el que ella, rodeada de la aristocracia romana vivió en la villa familiar de su casi consorte en la Vía Appia.

La inmortalizada Vía Veneto a mi parecer representaba más que La dolce vita, El café de París o el camino que conduce a Villa Borghese, era escuchar que allí estaba la Joyería Fürst, propiedad familiar de Luca (su novio), era imaginarla a ella con veinte y tantos años, su caminar erguido, cigarrillo en mano, melena recogida, quizás pestañas postizas y uñas pintadas.

Via VITTORIO VENETO – FOTO ARCHIVO PERSONAL

Roma era tan familiar para ella y me era tan familiar a mí, aun sin haberla pisado ni tocado. Roma de alguna manera es sinónimo de mi madre: un imperio y la debacle.

Ir con ella algún día fue una idea que me surgió siendo adulta. Nuestro viaje había sido dispuesto para aquella primavera del 2020. La vida en su orden, determinó algo diferente.

Cortesía, decisión, dignidad, gentileza, tenacidad, esfuerzo, templanza, humanidad, prudencia, severidad, verdad, amistad, buenas maneras, nobleza, paciencia, estoicismo…, podría seguir enumerando la lista de las virtudes romanas que vi en mi madre.

COLISEO ROMANO – FOTO ARCHIVO PERSONAL

Retorné de una ciudad que, como pocas, aún conserva su personalidad idílica a pesar de la masificación, es el regreso de un recorrido muy significativo, decantar cada emoción y sentimiento me tomará tanto tiempo.

Escribo mi pastoral para recordar y para recordarme. Para tener presente que hacíamos “discoteca” bailando y cantando encima de la cama al son de Raffaella Carrà, Nicola di Bari, Ricchi e Poveri, Umberto Tozzi…

Escribo con la mano que me agarrabas y escuchando el arrullo de tu voz, escribo porque todos los caminos me conducen a ti madre querida, porque está escrito también en las estrellas. Porque es jueves de volver a lo que fue…lo que es, lo que siempre será, porque “Roma no está en Roma, está toda entera en donde yo estoy”.

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