Opinión

Un par de hectáreas de diferencia

Luis Carlos Rojas García

Luis Carlos Rojas García

Escritor

De la Catedral, cárcel que sirvió como guarida del narcotraficante más famoso de todos los tiempos Pablo Escobar, se ha documentado más de la cuenta; no creo que exista un solo colombiano que no sepa que, en este lugar, no solo se llevaron a cabo fiestas y torturas, sino que, además, era el centro de operaciones del antes nombrado; sin mencionar por supuesto que es un símbolo de vergüenza nacional de un país que ha vivido arrodillado ante el narcotráfico durante muchos años y que aún hoy en día le sigue rindiendo pleitesía al narco que tiene con qué pagar presidencias, rifas, juegos y espectáculos.

Pues bien, dicen por ahí que quien no conoce la historia tiende a repetirla, y es exactamente lo que está sucediendo hoy en día; por supuesto, cambia el contexto, cambian los personajes y hasta los centros de reclusión. No obstante, la manera de operar, las mañas, el hambre de poder, los asesinatos y masacres y, las órdenes, siguen siendo las mismas.

Luego de un periodo en donde se llegó a pensar que Colombia, verdaderamente tendría paz, y con el posicionamiento del nuevo gobierno que más que gobierno parece ser una telenovela barata y sin guion, el país se inunda de sangre, abusos y todas esas locuras que lo han caracterizado desde tiempo atrás y que, tristemente, lo ha hecho merecedor de críticas y de un lastre que no se puede quitar así nada más.

Para colmo de males, no es suficiente con el actuar de los grupos al margen de la ley, sino que ahora, aunque eso tampoco es nuevo, instituciones como el ejército y la policía protagonizan escándalos que van desde el uso de la fuerza bruta, hasta los asesinatos y ni qué decir de todo tipo de actos delicuenciales como el secuestro, las drogas, las extorsiones y más, mucho más.

No obstante, y, aunque se suele culpar a Gustavo Petro de todos los males del país, causa una enorme curiosidad que el cáncer de Colombia, o sea, Álvaro Uribe Vélez, a través de las redes sociales incité a la violencia, al desacato y a la masacre, como en sus recientes trinos, y más curioso aún que tanto los medios como los colombianos cómplices guarden silencio, tal cual como ocurría en aquellos tiempos en donde Escobar daba sus órdenes desde la Catedral y desde el gobierno en adelante, el ejército y la policía corrían a cumplir su santa voluntad sin protestar ni chistar en lo más mínimo.

¿Será entonces que la historia se repite? ¿Será entonces que Colombia es una suerte de mujer maltratada o secuestrada que desarrolló cierto tiempo de afinidad por su maltratador o secuestrador y ahora pide más de lo mismo sin que le importe las consecuencias?

Si lo miramos detenidamente… si hacemos un análisis profundo de don Pablo y don Álvaro, lo único que los individualiza es un par de hectáreas de diferencia, lo demás es la repetición de la repetidera, la que usted conoce, la que le han mostrado en las películas y series ¿Necesita más pruebas? O simplemente se va a dedicar a hacer lo que mejor hace: guardar silencio y a esperar que salga otra noticia del momento. Colombia y su gente necesitan un cambio y este es el momento, de lo contrario el narco seguirá llevando las riendas del país desde su aposento.

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba