Historias

Uno de esos días

Martha Lucía Barbieri

Martha Lucía Barbieri

Comunicadora Social -Yo soy la que soy –

«Hay días en que somos tan móviles, tan móviles, como las leves briznas al viento y al azar…La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar. Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles, como en abril el campo, que tiembla de pasión…Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos…». 

-Porfirio Barba Jacob- 

Me replicaron un tuit de una mujer de 44 años en donde cuenta que en su familia todos están muriendo: su esposo tiene esclerosis lateral amiotrófica y su hijo de ocho años tiene un tumor de cerebro inoperable, el estado de ambos es terminal. Leí esto y llegó a mí de inmediato la imagen de las personas que lamentan su existencia por el simple hecho de tenerla, por considerarla aburrida, tediosa y caída en una rutina y monotonía insostenibles.  Constantemente nos encontramos entre la queja, el reclamo y la añoranza, envueltos en descontento continuo, en lo que pudo ser y no fue, en el anhelo de lo que hubiese podido ser mejor y en el qué habría pasado si nuestro actuar hubiese sido distinto.  

Recordé a alguien que en algún momento me hizo saber que no había ningún día especial en su calendario, a su parecer el almanaque no marcaba ninguna fecha importante, ni el día de su propio nacimiento, la Navidad o algún logro llegaban a ser especiales. Escuetamente manifestó que todos sus días eran iguales y que veía como pasaban lentamente uno tras los otros. Interpreté su vida como sus palabras, con un halo de tristeza y resignación y haciendo una alegoría de su mente, percibí algo así como quien espera el siguiente bus por haber llegado tarde, el que ansía el próximo cliente para ganar una venta, el paciente que le hace antesala al médico para que lo atienda o el médico aburrido de su consulta contando en la lista los pacientes que le quedan, como el alumno esperando al profesor o viceversa o como quienes aguardan al siguiente amor o la siguiente vida. Su comentario me hizo recrear la imagen de alguien que está haciéndole tiempo a la vida misma, hasta que ésta pase.  

Posiblemente los días no necesitan ser llamados con ningún nombre o fecha para ser especiales y claramente habrá unos más importantes para cada quien y otros que simplemente pasan y no alcanzan a estar en el mapa de lo recordado.  Qué pensará de sus días la mujer del trino? Estoy segura de que agradecida atesora cada uno de los que puede tan solo estar con quienes ama. También creo que la propia existencia tendrá conmiseración con ella y seguirá probando tiempos amables cuando su familia esté en el plano de los muertos. 

Lo anterior no significa que crea en el exceso de positivismo, ese que nos han «vendido» en los últimos tiempos, en ese posar de contentos permanentemente. Dudo de las personas que jamás se descomponen y siempre son bien puestas, bien portadas y además con los lentes de la alegría. Creo que ese pensamiento es incluso dañino porque nos podemos estancar al evadir la realidad, porque las personas fluctuamos y no todos los días son entusiastas. Hay días difíciles, dolorosos y desgarradores, esos que se van con nuestro corazón, otros nos colman de gran gozo y quedan marcados en nuestra memoria porque nos llenaron de júbilo. Hay días que recordaremos como únicos con personas maravillosas, actividades inusuales y todos los días, todos, son especiales por el simple hecho de poder vivirlos, por hacer más que respirar, por ser tan solo nuestros. Cada día tiene algo especial simplemente porque es vivido, porque no habrá otro igual, porque no regresará, porque contiene una aurora y un crepúsculo distintos al que vendrá y al que ya pasó.  

Hoy es un día especial porque hace sol o porque llueve, lo es simplemente porque despertó, es libre y tiene el poder de decidir, es un día singular porque puede amar, porque puede y debe decirlo. Tal vez es un día de infortunios, ese que no se quiere repetir. No necesita que el almanaque marque determinada fecha para estrenar, para usar las prendas de pontificar, para hacer una invitación, para aplicarse ese perfume, no necesita que sea Solsticio en diciembre o San Valentín, aunque ambas fechas sean bellas por sí mismas o ya sean representativas para usted.  

Sus días, esos aburridos y sin mayor acción (sí los suyos), ya son especiales sin hacer nada estupendo para ello, sin que haga algo excepcional, porque las personas que hacen cosas extraordinarias son poquísimas y porque la mayoría de los habitantes de este planeta encajan en los límites de lo común. 

Hace un par de semanas yo ya había hecho amable uno de mis días: salí, recreé imágenes en mis fotografías y celebré la llegada de la primavera en la playa con temperaturas casi bajo cero. De camino a casa me detuve para comprar un café: agarré el vaso más grande, lo preparé a mi gusto y con minucia; mientras hacía esto noté desprevenida a un observador y seguí en mi actividad, cuando me acerqué a pagar mi compra el cajero me dijo que el hombre que estaba saliendo había pagado por mi bebida. Agradecí a lo lejos y cómo dicen los norteamericanos (ahora en español calcamos la frase y se traduce literal): «made my day«, me hizo el día. En nuestra lengua esto simplemente es: alegrar el día. Mi día ya era alegre per se, aun sin estar cubierta de risas y saltando de alegría, y ese hombre por el motivo que fuera hizo su parte para él y para mí.  

Porque es jueves de volver a lo que fue, lo que es, lo que siempre será…porque hoy es uno de esos días para usted o para mí, porque todos los problemas y dificultades son importantes (porque son suyos), sin necesidad de medirles el tamaño, la magnitud o cuan pesados sean (como los de la señora del tuit que no tienen solución). Porque como dice Porfirio Barba Jacob en su Canción de la Vida Profunda: «Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres, como en las noches lúgubres el llanto del pinar. El alma gime entonces bajo el dolor del mundo, y acaso ni Dios mismo nos puede consolar» …Sí, porque hay días de gran consuelo y otros en los que ni Dios nos puede consolar.   

«Es preciso reconocer que el hombre es cosa pasmosamente vana, variable y ondeante, y que es difícil fundamentar sobre él juicio constante y uniforme» 

– Michel de Montaigne-  

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