Cali, ¿preparada para ser “calidosa”?
El alcalde Jorge Iván Ospina promueve el “Sello Calidoso” entre los negocios nocturnos. La propuesta consiste en que, quienes tengan show con artistas locales (humoristas, cantantes de música del Pacífico, pianistas, entre otros) y ofrezcan un lugar insonorizado, puedan funcionar hasta las 5 de la mañana. Esta suena como una propuesta interesante para reactivar la economía de la noche, ampliamente golpeada por el Covid-19.
Sin embargo, quienes vivimos en zonas que el POT declaró como mixtas, sabemos lo inapropiada que es la propuesta porque, básicamente, nuestro sistema no ofrece garantías para los habitantes residenciales. La ley, siguiendo el debido proceso, hace que las situaciones se conviertan casi que en permanentes antes de tomar medidas y, dichas medidas, también requieren del debido proceso para ser confirmadas, lo que extiende el tiempo y la posibilidad de ofrecer garantías a los habitantes residenciales. Eso, sin hablar de la corrupción que se genera en el manejo de negocios nocturnos, donde prefieren darle “la liga” al policía, sea en efectivo o pases de cortesía, antes que cumplir a cabalidad la ley, y donde se obtienen usos de suelos para negocios que nadie verifica.
No considero que la idea sea imposible, pero sí que se planteó de forma errada. Lo primero que debió hacer la Alcaldía fue planear cómo incrementar el pie de fuerza policial para atender de manera efectiva y eficiente la ciudad, manteniéndola en orden toda la noche, lo que hasta hoy, no ocurre. Lo segundo que debió hacer el Alcalde, fue promover la obtención del “Sello Calidoso” para quienes cumplieran las condiciones, abriéndoles la oportunidad de organizar sus espacios, insonorizarlos y planear la inversión necesaria para cumplir con las condiciones. Con los lugares acondicionados, se debieron realizar las visitas para garantizar los cumplimientos o acordar con los comerciantes una nueva fecha para otorgarles el “Sello Calidoso”. Hacer el anuncio con tan poco tiempo para su implementación, ocasionará que los comerciantes solo amplíen su horario pensando ¿Quién se dará cuenta rápidamente y tomará medidas? Y seremos los habitantes que no participamos de la rumba, quienes tendremos que padecer noches aún más largas sin dormir, mayores problemas de inseguridad, microtráfico, alteración del orden público y quién sabe cuántas cosas más.
Cali, como lo he planteado desde esta columna en repetidas ocasiones, está sumida en el desorden y la falta de verdadero liderazgo, guiada por un alcalde que deja ver claramente, que su principal interés no es el beneficio de la ciudad y sus habitantes, sino sus propios intereses, sean políticos o económicos. Ojalá llegue el día en que alguien pueda ponerle un alto, porque parece que lo más probable es que culmine su periodo… o acabe con la ciudad, lo que ocurra primero.
