Como digo una cosa, digo otra cosa
Razón tenía la Chimoltrufia cuando decía: “como digo una cosa, digo otra cosa”, aplica perfectamente y a las mil maravillas para aquellos que en su desespero por hacerse visibles, salen con tremendas descachadas como el famoso tren en el aire o aquellos que dicen que van cuando en realidad vienen, o que respeten su derecho para irrespetar el de los demás, es decir, esos que se comportan como el cómico del salón de clases para recibir el respectivo “me gusta” en sus redes sociales.
Las ya famosas cabecitas a un balón, la tocada de guitarra y otras tantas maravillas de campañas electorales han dado como resultado que hoy la política y otras actividades mediáticas se hagan con “payasadas y plata”, en donde los mercados, las tejas y el cemento parecieran que han perdido su terreno en esta desprestigiada contienda en el macondiano país en el que vivimos, pero por nada del mundo han desaparecido los almuerzos, las fotos con sentido social y el transporte para llenar las plazas públicas, eso si, muchas por 50 mil barras como la de cierto beodo que goza del favor popular de las encuestas por estos días.
Ahora bien, decir una cosa, pensar otra y hacer otra no debería para nada extrañarnos, mucho menos cuando se sufre por tener un protagonismo circense, en el que se exige respeto por un derecho y se termina exigiendo un comportamiento totalmente diferente al que se promulga, para finalizar, espero que hoy no se le olvide cumplir con su sagrado derecho de votar por el candidato de su preferencia, porque como me lo aprendí claramente hace 30 años cuando presté servicio militar en el Batallón de Infantería No 37 Guardia Presidencial, la democracia se protege con la vida, “En Defensa del Honor Hasta la Muerte”.