Opinión

Creer cuando duele: la obligación de soñar con una hazaña

Juan David Rincón Galindo

Juan David Rincón Galindo

Comunicador Social y Periodista
Especialista en Periodismo Deportivo
Socio ACORD – Tolima
Director Tolima Online

Fue una paliza. No hay forma elegante de decirlo. El 3-0 que Junior le propinó al Deportes Tolima en Barranquilla, en la final de ida de la Liga BetPlay 2025-II, duele en el alma, sacude el orgullo y deja una herida abierta en el corazón vinotinto y oro. Ya se perdió ese partido. Se acabó. No vuelve. Y por eso mismo, hoy lo único de lo que se debe hablar es de una remontada histórica y épica.

La historia está en contra, sí. Ningún equipo en Colombia ha logrado revertir un 3-0 en una final. En 2004, Atlético Nacional no pudo ante Junior. En 2007, La Equidad se quedó corta frente a Nacional. Y más recientemente, Independiente Santa Fe no logró la hazaña contra América de Cali. Los números son fríos, implacables, casi crueles. Pero el fútbol no se juega con estadísticas, se juega con el alma.

Todos los equipos, sin excepción, tienen un partido horroroso y uno épico en un campeonato. El de Tolima en Barranquilla fue para el olvido. Pocas cosas para rescatar, errores por doquier y una noche que ni el hincha más optimista del Junior ni el más pesimista del Tolima tenían en sus cuentas. Fue un golpe seco, de esos que te dejan sin aire.

Pero ¿quién dice que la vuelta no puede ser ese partido perfecto que se necesita para darle la vuelta a la historia?

Ahora, Lucas González y sus jugadores tienen una tarea más difícil que plantear un esquema táctico: aislarse del ruido, del juicio fácil, del meme cruel y de la sentencia anticipada. Deben reencontrarse con la esencia, con la convicción, con el fuego interno que los trajo hasta aquí.

Como bien lo dijeron nuestros enviados especiales, Juan Manuel Capera y Manuel Rojas, desde Barranquilla: “Los que quieran creer, que crean; los que no, que se bajen de una vez de la Lucaneta. Nosotros seguimos creyendo y vamos a acompañar al equipo hasta el final”. Esa frase no es una consigna vacía, es una declaración de amor.

Lo dije cuando anunciaron a Lucas González y lo sostengo hoy, incluso estando en la final de 2025 con el marcador en contra: lo veo campeón y protagonista en 2026. Así de simple, sencillo, categórico y claro. Hoy no me bajo de ninguna parte.

A los 3.000 hinchas fieles del Deportes Tolima que estarán en la vuelta, sin importar el clima, el momento o el resultado parcial, solo les pido una cosa: NO DEJEN DE CREER. Es difícil, claro que lo es. No voy a mentirles. Pero también es fútbol. Y mientras el árbitro no pite el final, hay que luchar, correr, empujar, alentar y soñar.

Porque el amor propio del hincha también se demuestra cuando todo parece perdido. Y porque las gestas imposibles solo existen para quienes se atreven a creer hasta el último segundo.

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