Opinión

El gran reto de la Paz

Óscar Barreto Quiroga

Óscar Barreto Quiroga

Columnista Invitado

Dios ilumine este nuevo camino que emprendemos hacia la tan anhelada paz en Colombia, durante décadas nos ha consumido la violencia, el abandono del Estado ha enquistado los más terribles daños al tejido social, convirtiéndonos en una sociedad pesimista, llena de amargura y por supuesto más violenta.

La voluntad del actual gobierno por lograr la paz, debe convocarnos a todos, no puede verse o hacerse como un tema aislado, menos individualista, todos debemos ser actores protagónicos, máxime aquellos que tenemos algún grado de incidencia, en nuestro caso desde la comisión primera del Senado muy animados tramitaremos y aportaremos a la modificación de la ley 418 en aras de lograr un instrumento contundente para la paz real o la paz total como la describe el presidente.

Es nuestra gran oportunidad, la de toda la sociedad colombiana, hoy tenemos un Presidente, que algún día escogió el camino de confrontar el Estado Colombiano, pero un proceso de paz le permitió jugar en nuestra democracia, hacerse elegir varias veces al Senado, a la Alcaldía de Bogotá y ahora a la Presidencia de la Republica, Él es el mejor ejemplo del por qué escoger los caminos de la paz, del dialogo y de la reconciliación, como la mejor forma de construir el país que todos queremos.

Extiendo una vez más desde estas líneas, que generosamente varios medios me permiten publicar y que ustedes generosamente leen, la invitación para construir un país en paz, respetando al otro, respetando la diferencia, cuidando la democracia, buscando la equidad, fortaleciendo las instituciones para que cada una actué independiente, cuidando la justicia y la integridad de cada ciudadano, dejemos a un lado las pasiones ideológicas que nos llevan a la polarización y al odio, dándole paso a tantas formas de violencia y destrucción, unas desde la agresión física, otras desde las fuerza violenta del lenguaje. No hay cabida más, para esa doble moral de la violencia, aquella que por un lado habla de paz y por el otro busca aniquilar a su contradictor vía las armas o el sicariato moral. Llegó la hora de la paz total, de la paz real.

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