Opinión

Estrategia distractora

Adriana Bermúdez

Adriana Bermúdez

Creyente en que con la verdad, todo se puede. Comunicadora social, Magíster en Administración.

Lo que pasa con el presidente Petro, semana tras semana, parece no tener límite. La semana anterior estuvo en Cali ‘inaugurando’ una universidad que deja más preguntas que respuestas, pero, como no puede concentrarse en un hecho y tratar de hacer que los actos sean solemnes, aprovechó la oportunidad para irse ‘lanza en ristre’ contra Marco Rubio, el secretario de Estado de los Estados Unidos, retándolo a que “si puede” lo ‘meta preso’. “Inténtelo”, fue lo que le dijo.

Obviamente, el discurso no incluye que él vaya, de la mano de la justicia, a probar su inocencia frente a las acusaciones que el Gobierno Trump hace y que lo tienen a él y a su esposa hoy en la Lista Clinton, pero sí antepone al pueblo, dejándolo como su escudo defensor, “este pueblo no se le arrodilla”, le advierte, “ni ningún colombiano es culpable de lo que le pasó a su abuelo o a su papá en Cuba”, como si este país no tuviera suficientes problemas, para estar ocupándose de las dolencias de los funcionarios de otro.

Lo cierto aquí es que, una vez más, el presidente Petro busca opacar la realidad que vive, apuntando hacia otros, responsabilizándolos de lo que él mismo ha conseguido, de las consecuencias de sus actos. La inclusión en la Lista Clinton ha destapado más cosas del presidente que tenemos y que no conocíamos: que está separado “hace años” de la esposa que sostenemos ‘a todo timbal’, ahora en Estocolmo, con nuestros impuestos; que, seguramente por las acusaciones que el Gobierno Trump ha hecho, tiene cómo probar que la ‘paz total’ “incentivó el narcotráfico” en nuestro país y, lo más complejo de todo, que no tiene intenciones de, con diplomacia, manejar las relaciones del país que dirige. Con su actitud, parece que Gustavo Petro sigue en combate, en el monte, a pesar de que siempre dice que ese nunca fue su papel en la guerrilla, pero lo emula con mucha facilidad.

Desafortunadamente, la inclusión en ese listado le impide conseguir gasolina para el avión presidencial fuera del país, pero no lo cohíbe de comprar 17 aviones de combate Gripen JAS 39 E/F, por un 55 % más del valor pagado por otros gobiernos, como acaba de ocurrir. Aviones suecos para renovar la flota de Kfir y cuya adquisición tienen en el aún más profundo ojo del huracán a Verónica Alcocer y su vida de lujo desmedido en Suecia. Como era de esperarse, el presidente Petro y su escudero, el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, defienden la compra argumentando que se adquiere una “capacidad”, no sólo la aeronave.

Pero el punto aquí es que, el presidente Petro, anda ‘pescando en río revuelto’, buscando conflictos con los funcionarios del Gobierno Trump, para desconcentrarnos de lo que está pasando con los aviones y con Verónica Alcocer, ese ‘gato por liebre’ que nos vendió como primera dama y que no sólo no lo era, sino que terminó costándonos más que cualquier otra que ostentara el cargo y que realmente, lo ejerciera.

El jueves, en plena ceremonia conmemorativa de los 94 años de la Casa Militar, el presidente, en medio de su discurso confesó que “La mamá de Antonella no puede llegar aquí porque no puede; a tal grado ha llegado la ignominia sobre mi Gobierno. No es por otra razón, sino porque no puede. Yo voy a hacer que pueda, porque si un padre no puede reunir a la madre con su hija, siendo mi propia familia, no voy a poder unir las familias colombianas y nos seguiremos matando”, equiparando la situación que vive en su casa, de su absoluta responsabilidad, con la que viven miles de colombianos por culpa de la violencia que sufre el país y que él, como presidente del mismo, no ha sido capaz de detener.

Si Verónica Alcocer está fuera del país, es porque, por algún motivo, no quería estar en Colombia, no quería estar junto a su esposo y a sus hijas. Es claro que Antonella, de 17 años, debería estar junto a su madre, pero, ¿por qué Alcocer no se la llevó cuando decidió irse? ¿Por qué la dejó junto a su padre, cuando todos sabemos cuál es el tren de vida que tiene el presidente que, seguramente, le impide cuidar a una adolescente?

No señor presidente, no culpe a otros por las decisiones que ustedes han tomado. Ni el Gobierno Trump, ni sus funcionarios, son responsables de que su esposa no pueda regresar al país. Los responsables son ustedes, quienes han tomado las decisiones erradas, sin importarles a quién puedan afectar, porque creen que pueden pasar por encima de todo y de todos y hacer lo que les provoca. Queda demostrado que eso, infortunadamente, es aquí, donde todavía tienen áulicos que les creen, pero fuera del país, las cosas son a otro precio.

Esperemos los resultados de la Fiscalía frente a la vida y finanzas de Verónica Alcocer (si los hay) y a que, seguramente, el presidente mande el avión presidencial a Suecia, por ella. Porque la huella de carbono que ha dejado este Gobierno que lucha por el medio ambiente, no para.

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