Génesis de una Dictadura en Colombia
“El imperio de la propaganda es uno de los signos de la inferioridad mental de nuestro tiempo que está acabando con el poder individual de investigación.“
— Laureano Gómez
Colombia no ha sido un país de dictaduras. En los más de 2 siglos desde que, como resultado de la valiente gesta del Ejercito Libertador se creara la Gran Colombia, sólo hemos tenido un dictador propiamente dicho, el General Gustavo Rojas Pinilla, quien derrocaría el gobierno ultra conservador de Laureano Gómez con el apoyo de la iglesia, los gremios y todos los partidos políticos, incluido el del gobernante.
Para entender la génesis de esta excepcional dictadura se hace necesario más que estudiar las razones de quien tomó el poder de manera autoritaria, adentrarnos en las profundidades del alma de quien sería derrocado.
Laureano Eleuterio Gómez Castro quien fuera conocido como “El basilisco” o “el hombre tempestad” era un gran defensor de la iglesia católica y de su injerencia en la política como resultado de sus fuertes convicciones católicas tradicionales.
Era un hombre profundamente racista como lo revela en su discurso en el Teatro Municipal de Bogotá en 1928: “Otros primitivos pobladores de nuestro territorio fueron los africanos, que los españoles trajeron para dominar con ellos la naturaleza áspera y huraña. El espíritu del negro, rudimentario e informe, como que permanece en una perpetua infantilidad. La bruma de una eterna ilusión lo envuelve y el prodigioso don de mentir es la manifestación de esa falsa imagen de las cosas, de la ofuscación que le producen el espectáculo del mundo, del terror de hallarse abandonado y disminuido en el concierto humano”. En el mismo discurso hablando del Chocó dijo que era una región maldita porque “el predominio de los negros en una nación la condena al desorden y la inestabilidad política y económica”.
Pocos años después, durante su paso por la embajada colombiana en Alemania entre 1930 y 1932, sería testigo de primera línea del surgimiento de Adolf Hitler como canciller imperial de Alemania en enero de 1933, familiarizándose con las ideas del nacionalsocialismo las cuales sonaron como dulces notas a sus segregacionistas oídos.
Su antisemitismo se haría evidente cuando en 1942 siendo Senador, presentaría un proyecto bajo el argumento de que “el enemigo primero de los judíos es el catolicismo” que afortunadamente no lograría trascender para convertirse en ley ya que hubiera forzado la salida de los cerca de 6.000 judíos que entre 1930 y 1940 habían llegado al país huyendo de su admirado y a la postre deshonrado, régimen nazi.
Según Ignacio Arizmendi Posada[i], Laureano Gómez era “impetuoso, franco hasta el delirio, obcecado, tirante en su verbo, amigo de la camorra y la crítica exuberante”.
De Gómez se recordarían frases como: “Ni porque te alaben serás mejor, ni peor porque te vituperen. Lo que eres eso eres. He aquí por qué no temo a la crítica sino que antes la incito y la provoco [… ] Yo sé que mis palabras de verdad, que desasosiegan y encolerizan a los parásitos que viven de la savia de la República, encuentran eco en los corazones desinteresados y puros de los buenos ciudadanos […] Eso me satisface. Eso me basta”.
Como hábil orador sembraba la cizaña de la polarización y la estigmatización del gran monstruo que era en aquel momento el partido liberal quien, según Gómez, amenazaba al país a partir de su pequeña cabeza comunista.
Y la principal amenaza era la tan mencionada históricamente reforma agraria la que señalaba de ser una idea de “comunistas”, “atentatoria contra la propiedad privada” proponiendo que la distribución de la tierra se limitara a los baldíos, a las zonas de colonización y a las tierras inexplotadas para dar garantías a los propietarios legítimos del campo.
En las elecciones parlamentarias de 1949 los liberales se llevaron la mayoría de los votos y el Senador Chaparraluno Darío Echandía sería escogido como el candidato presidencial de este partido, sin embargo las elecciones para el periodo presidencial 1950 – 1954 se desarrollarían en un ambiente enrarecido.
La violencia desbocada a partir del Bogotazo ocurrido el 9 de agosto de 1948, día en que fue inmolado el líder liberal Jorge Eliecer Gaitán, había cobrado más de 300.000 víctimas en todo el territorio nacional como resultado de la disputa entre los dos partidos tradicionales y, durante la campaña, producto de esta disputa sería asesinado por fuerzas conservadoras el hermano del candidato rojo, Vicente Echandía.
A estas elecciones llegaría un único candidato ya que el liberalismo se retiraría debido a los problemas de seguridad concretados en el asesinato del hermano del candidato, lo que permitió que Laureano Gómez sacara más de un millón de votos, cifra altísima para la época.
Como el anterior presidente, Mariano Ospina Pérez, había cerrado el Congreso decretando el estado de sitio por los eventos posteriores al Bogotazo, su posesión se realizaría ante la Corte Suprema de Justicia.
Aunque en los comienzos de su gobierno amainó la violencia, vendría posteriormente un repunte como consecuencia de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente en la cual intentaba implementar su “República perfecta”, llamada por otros la “Dictadura civil”, un estado aristocrático y corporativista en el que el Gobierno fuera intermediario y garante de los intereses de los gremios y la Iglesia Católica.
Asegura el historiador César Torres del Río[ii], que para lograr su cometido Gómez recurriría a “métodos autoritarios que se apoyaban en el sable y la sotana para eliminar libertades civiles y garantías democráticas”.
La reforma que proponía imponía la censura de prensa y restringía la libertad de asociación de los sindicatos, lo que había sido protegido estatalmente por los anteriores gobiernos liberales.
Planteaba que sólo los hombres cabeza de familia eran aptos para votar y que el Senado no debía ser elegido popularmente, sino repartido entre gremios, trabajadores, universidades y el clero ya que el sufragio universal “imponía la inferioridad”.
Gómez gobernaría tan sólo 15 meses ya que, como consecuencia de un síncope cardíaco, tuvo que ceder el cargo al hombre de su mayor confianza, el entonces Ministro de Guerra Roberto Urdaneta Arbeláez.
En su corto periodo Gómez implementaría un Comité de Desarrollo Económico integrado por miembros de los dos partidos tradicionales y que, con el asesoramiento de Lauchlin Currie[iii], concebiría los planes viales nacionales, de construcción de oleoductos, de comunicaciones (ferrocarriles) y de puertos marítimos. Igualmente crearía Ecopetrol, el Banco Popular y el Ministerio de Fomento.
Con sus políticas el país avanzó en el desarrollo del campo y los índices económicos señalaron avance y bonanza en la economía, lo cual no sería bien visto por sus opositores ya que, como lo manifestaría el ex presidente Alfonso López Pumarejo, “Los señores industriales han obtenido todo lo que ellos quisieron, comenzando por el Ministerio de Hacienda”.
A pesar de que Urdaneta dio continuidad al legado de Gómez en casi todos sus puntos, se negó a destituir al agregado militar en Washington, Gustavo Rojas Pinilla, a quien Gómez le tenía desconfianza por sospechar que le daría un golpe de estado, el cual efectivamente se daría tan solo dos años después.
La génesis de este derrocamiento sería la Constituyente que Laureano Gómez ya adelantaba en el Congreso de la República, la cual había incrementado los levantamientos de inconformes en el territorio nacional.
Se organizaron guerrillas en los llanos orientales y numerosos grupos de resistencia en el Tolima, Caldas, Valle, Cundinamarca, Boyacá, los Santanderes y otras regiones del país. Como consecuencia de las difíciles circunstancias que vivía la población en las zonas rurales en medio de la guerra, a fines del gobierno de Urdaneta se calcula que más de 50.000 personas fueron desplazadas[iv] siendo el prólogo de los más de 60 años de violencia que vivió Colombia hasta el debilitado por el actual gobierno, proceso de paz negociado en el gobierno de Juan Manuel Santos.
En la mañana del 13 de junio de 1953, el presidente titular Laureano Gómez reasumió el mando presidencial. Su objetivo era impulsar el orden en el país, y, entre otros, destituir al comandante del ejército, Teniente General Gustavo Rojas Pinilla. Los militares a las órdenes de Rojas Pinilla decidieron apoyar al designado Roberto Urdaneta Arbeláez, para que continuara ejerciendo su cargo de Presidente de la República pero, aunque éste se negó, apoyó junto al ex presidente Mariano Ospina Pérez y los políticos de su partido Gilberto Alzate Avendaño y Lucio Pabón Núñez que el General Rojas Pinilla se tomara el poder.
Inicialmente sería presidente por un año, pero su gobierno se alargó por un periodo de cinco con las características de un gobierno militar, por lo que este período es reconocido como una “dictadura”. Sin embargo, el uso del término se ha puesto en discusión, pues a la hora de hacer una comparación, el periodo de gobierno de Rojas Pinilla resultó menos represivo, violento e irrespetuoso de los derechos humanos que el del elegido democráticamente como candidato único, “El Basilisco[v]”.
[i] Comunicador social, experto en presidentes colombianos, columnista, ex publicista y exdirector de la Facultad de Comunicación Social de la UPB.
[ii] Politólogo e internacionalista.
[iii] Asesor económico en el gobierno de Estados Unidos.
[iv] Desarrollo, Prospectiva en Justicia, 18 de agosto de 2017, «Roberto Urdaneta Arbeláez, Presidente conservador que buscó el desarrollo del país». Prospectiva en Justicia y Desarrollo.
[v] Persona furiosa de carácter agrio.