¿Hasta cuándo los violentos ganarán en el fútbol colombiano?
El fútbol colombiano, que históricamente ha sido una de las pasiones más grandes del país, atraviesa una crisis de violencia que parece no tener fin. El reciente incidente en Santa Marta, donde el partido entre Unión Magdalena y Millonarios fue aplazado debido a agresiones al bus de los visitantes, es solo un reflejo de un problema que se arrastra desde hace años. Es increíble que en la primera fecha del torneo ya tengamos que enfrentarnos a este tipo de situaciones, una tragedia para el fútbol, para los equipos, y especialmente para los miles de aficionados que solo desean disfrutar del deporte.
La pregunta es clara: ¿Por qué seguimos permitiendo que los violentos, los delincuentes, sigan controlando los estadios? La respuesta no es sencilla, pero tiene que ver con la falta de control y la permisividad que ha existido durante décadas tanto de parte de las autoridades como de los clubes. El fútbol, lamentablemente, se ha convertido en un espacio donde las rivalidades van más allá del campo de juego y se transforman en violencia física, verbal y psicológica. Los barras bravas, que en muchas ocasiones se escudan en su amor por el club, se convierten en grupos organizados de criminales, cuyo único objetivo es sembrar el terror y hacer de los estadios su terreno de juego para sus actos delictivos.
Las autoridades, aunque han tomado algunas medidas a lo largo de los años, parecen no tener el control total de la situación. La violencia sigue siendo un fenómeno impune, donde las sanciones no son lo suficientemente severas y donde la sensación de impunidad parece prevalecer. Los clubes, aunque se ven obligados a lamentar estos episodios, no hacen lo suficiente para erradicar el problema desde sus bases, como son las barras, y, en muchos casos, prefieren callar antes que enfrentarse a la realidad de que la violencia también está en su casa.
¿Hasta cuándo vamos a tolerar esta situación? ¿Hasta cuándo los delincuentes seguirán teniendo más poder que los propios hinchas, los verdaderos amantes del fútbol? Es hora de que las autoridades, los clubes y la sociedad en general tomen medidas drásticas. No se trata solo de suspender partidos o imponer sanciones, sino de crear una cultura de respeto y de hacer que quienes promueven la violencia paguen por sus actos. Solo así el fútbol colombiano podrá recuperar su esencia y garantizar la seguridad de todos los que verdaderamente aman el deporte.