Opinión

La falsedad de Francia

Adriana Bermúdez

Adriana Bermúdez

Creyente en que con la verdad, todo se puede. Comunicadora social, Magíster en Administración.

Para nadie es un secreto que Francia Márquez fue, en su momento, un fenómeno político y social. Una mujer de origen humilde, activista por los derechos de las comunidades afro y líder ambiental, que logró convertirse en abogada y, gracias a sus luchas, llegar a ser la vicepresidenta de un país, no puede pasar desapercibida para nadie.

Tan así fue, que el propio presidente Gustavo Petro, decidió darle un papel más fundamental y contundente en el Gobierno y le entregó la creación del Ministerio de la Igualdad y Equidad. Desafortunadamente, con el paso del tiempo, el propio presidente se dio cuenta que todo se había quedado, como todo en su Gobierno, en promesas incumplidas, porque la vicepresidenta no fue capaz de poner la cartera a funcionar. Por eso, el Congreso la citó a debate de control político, debido a que su ejecución llegaba sólo al 2 %, correspondiente al pago de salarios y viajes, pero nada de cumplimiento ante las comunidades vulnerables y excluidas, que era el objetivo al crearlo.

Fue en ese momento cuando el presidente tomó la decisión de entregarle el Ministerio a otro afro, Carlos Rosero, para que lo llevara hacia algún lado, además, porque dicha cartera necesita una lucha especial, debido a que, en mayo de 2024, la Corte Constitucional anuló su creación. El pasado 20 de julio, el ministro Rosero radicó ante el Congreso un proyecto de ley para garantizar su continuidad y, en la actualidad, trabaja en un plan para lograr una mejor ejecución, mayor capacidad de acción para una entidad que considera necesaria para el país.

Dicho esto, es claro que las declaraciones o el desahogo de la vicepresidenta Francia Márquez durante la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres y las Niñas Afrodescendientes en Cali, se queda sin piso, sin soporte, al recordar que, durante tres años, sólo ha estado sentada en su cargo obteniendo provecho personal y diciéndole «de malas» a los colombianos ante lo que eran sus derechos, pero guardando silencio ante lo que todos consideraban, eran sus obligaciones.

Sus denuncias, ad portas de un año electoral, suenan más a una necesidad de tomar distancia de un gobierno que claramente, no ha cumplido con las expectativas de sus electores, pero deja en evidencia que quizás, tiene sus propios intereses electorales, por eso es que busca engañar a la gente haciéndole creer que no ha sido parte de éste, lo que tampoco es muy inteligente. Si lo evaluamos con cabeza fría, su actuar, denunciando tres años después que se ha sentido excluida, es una muestra de que quiere crear su propia narrativa victimizándose, porque no tiene cómo excusar su incapacidad, comodidad e inoperancia.

Francia Márquez no ha sido víctima de las narrativas, ha sido víctima de su necesidad de «vivir sabroso» sin merecerlo, porque ella no sólo se prestó para incumplirle las promesas al pueblo que la eligió, se volvió cómplice con su silencio, con su respaldo, sin quejarse, sin molestar a quien no debía por todo lo malo que ocurre y por todo lo que no hace este Gobierno. Ella hizo caso omiso a la realidad que vive el país, a los compromisos que adquirió cuando se hizo elegir, a la realidad que vive la Colombia profunda, esa que ella dice defender.

Ella guardó silencio de todo lo que estaba mal durante tres años, simplemente porque estaba de acuerdo con lo que estaba pasando. Ella, hoy reclama un espacio que perdió por pura codicia, porque era más fuerte su beneficio personal, que pensar en el beneficio del país. Ella no hizo nada para hacer que el país mejorara, porque su interés central no era ese. Su discurso hoy es falso, porque ella es cómplice de la inoperancia del Gobierno Petro.

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