Opinión

La ilusión de la cuarta estrella: la Lucaneta y el renacer del Deportes Tolima

Juan David Rincón Galindo

Juan David Rincón Galindo

Comunicador Social y Periodista
Especialista en Periodismo Deportivo
Socio ACORD – Tolima
Director Tolima Online

Qué curioso es el fútbol. Hace apenas unos meses, cuando se anunció a Lucas González como nuevo director técnico del Deportes Tolima, muchos lo recibieron con desconfianza. Para varios, era “el versero”, un estratega con buenas palabras pero sin garantías. Hoy, en cambio, es el “Profe” Lucas, conductor de una ilusión que crece partido a partido y que tiene a Ibagué soñando, sin pudor, con la cuarta estrella.

Lo mismo ocurrió con César Camargo, que pasó de ser criticado sin contemplaciones a convertirse en “mi Presi”. Y es que el fútbol también premia la coherencia: decisiones firmes, apuestas valientes y una dirección deportiva que, aun con errores, ha sabido mantener un proyecto estable.

En la cancha, los cambios son aún más evidentes. Se apagó el goleador Lencina, sí, pero aparecieron Mauricio González y Adrián Parra, este último convertido —como dicen en Tolima Online— en “el ídolo de los niños y de Juan David Rincón”. Las lesiones excesivas, que parecían una maldición eterna, prácticamente desaparecieron. El equipo recuperó piernas, pero sobre todo recuperó alma.

Y ese cambio de alma se reflejó en la tribuna: los hinchas volvieron al Manuel Murillo Toro. No de golpe, no por moda, sino por convicción. Regresaron porque vieron un equipo serio, intenso, disciplinado, que no especula y que no se rinde. Hasta los incrédulos, esos que juraban que con Lucas no se llegaría a ningún lado, hoy viajan cómodos en la Lucaneta, convencidos de que este Tolima no solo juega bien… juega a campeón.

Lo dije cuando Lucas llegó: este semestre no le alcanzará para ser campeón, pero en 2026 sí. Hoy debo reconocer que aquel análisis, que muchos tomaron como exagerado o como exceso de prudencia, está sorprendentemente cerca de hacerse realidad. No quiero sacar el carro de bomberos antes de tiempo, pero es imposible negar lo evidente: el Deportes Tolima tiene una pinta de campeón que no puede con ella.

Quedan cuatro partidos, incluidos los dos de una eventual final. Todo puede pasar en el fútbol, lo sabemos, pero si este equipo mantiene su regularidad, su solidez defensiva, su esfuerzo colectivo, su compromiso emocional y su sacrificio absoluto, la Navidad podría ser vinotinto y oro.

Y si por alguna razón el título se escapa —porque el fútbol también tiene esas injusticias— no habrá duda: en 2026 se bordará la anhelada cuarta estrella. Porque este proceso no nació para durar un semestre, sino para consolidarse. Porque este Tolima no es producto del azar, sino de un camino que, por fin, empieza a verse claro.

La ilusión crece. Y créame: esta vez es una ilusión con fundamento.

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