Las Poesías de Tito
Un poema en cuerpo de mujer
Montaña y llanura,
océano enigmático y profundo
en el obsesionante mundo de las dudas.
En las horas de soledad te pienso
y descubro que soy un hombre muerto.
OH! Vendaval frenético y violento
OH! Sufrimiento que no puede mitigar el sentimiento.
Ella que cuando se aleja me lastima.
Ella que no puede hacer parte de mi vida.
La conocí en una tarde de verano
cuando nacen y mueren las esperanzas.
Y pasó por mis caminos como un huracán alucinante y salvaje
con la fuerza de un río desafiante y desbordado.
La vi como los relámpagos que anuncian el invierno
y la sentí como se sienten los huracanes en la cordillera.
Y viví en medio de truenos y centellas,
sin encontrar las dimensiones de sus secretos.
Fue cuando descendí al fondo de la tierra
intentando descifrar ese fuego que irrumpía mis silencios…
La demencia de fiebres que desbordaban y consumían.
Sórdido tropel, tierra salvaje y movediza!.
Y sentía sobre mi lomo adolorido
las marcas de un molino
que gemía y trituraba,
el grave lamento de mis huesos
y de mi fe ya casi desplomada.
Y mis ojos irreverentes
y mi corazón marchito
yéndose como los ríos
hacia la infinidad de los océanos.
Me agradas, como me agradan las canciones de mi raza.
me seduces como seducen
a las abejas las flores perfumadas.
Brisa suave, canto y poesía,
delicada partitura de una bella melodía
Este canto esta pintado de rojo encendido
y caminará por tu piel sin dolor y sin heridas.
Voy a robarme tu sonrisa
para abonar con ellas mis alucinaciones y mis delirios.
Gracias amiga
por haber rozado los aleros de mi vida…
Somos pasajeros de dos trenes que no existen,
moradores de un paraíso muy efímero…
Tu puerto no es el mío…
En tu puerto no anclan mis navíos.
Tito Augusto Bustos Roa (25-03-07)