Las tierras vestidas de rosado
¿Quién no ha visto esos hermosos tapetes de flores rosadas en el parque Simón Bolívar, al caminar por las calles de Cádiz, o al levantar un poco la mirada en un rincón perdido de Ibagué, que cuando el viento sopla levanta una delicada falda que llena todo el ambiente de la belleza de la naturaleza?
Los ocobos son el árbol insignia de Ibagué, ya que fueron declarados como símbolo de la capital del Tolima en el año 2000 a través del decreto 569, y son los que visten la ciudad de gala con su majestuosidad. Florecen al finalizar las temporadas de lluvias, antes de eso pueden pasar desapercibidos a la vista, pero una vez que brotan parecen un estallido de color a flor de piel.
Los hay de múltiples colores: morado, blanco, amarillo, pero el más conocido es el rosado, a este último se le conoce científicamente como Tabebuia Rosea. También se les llama apamate, mocoque, maculís, maquilishuat o guayacán rosado en países como México, Guatemala, El Salvador y otras regiones de Centroamérica. El origen de estos árboles es de México, y se dice que fueron unas enfermeras extranjeras, conocidas como las damas rosadas, las que sembraron por primera vez “el flor morado” en tierras ibaguereñas.
Para el año 2020 se registraron 10.535 ocobos en la zona urbana de Ibagué, según el Censo de Arbolado Urbano. Estos árboles, que pueden llegar a una altura hasta de 30 metros, evocan diversas sensaciones en los ibaguereños: libertad, admiración, pasión, alegría, tradición, amor. Este árbol ha cobrado tanta importancia en la ciudad musical que en el 2005 salió el Acuerdo Municipal 033, que dicta que el 17 de septiembre se celebra el día del ocobo, demostrando una vez más que Ibagué realmente es una tierra de grandeza vestida de ocobos.