Los cafetales eran un supermercado
Los desechos los aprovechaban los infaltables cerdos
Recuerdo que en las fincas de mi infancia no solo se cultivaba café; los campesinos de antaño aprovechando las bondades de la especie Arábica que era tolerante a coexistir con otras plantas, paralelamente se cultivaban especies para la alimentación de la familia y el comercio,en las cementeras se encontraba todo tipo de frutas, granos y tubérculos como: guatilas “sidra o papa de pobre”, batatas moradas, balú “chachafruto”, bore , chonque “malangay”, frijol guandúl, plátanos, bananos, cachacos “popochos o topochos”, maíz, yuca, arracacha, guanábanas, naranjas “común y agria”, limones “grey y de castilla”, cacao, madroños, poma rosa, ciruelas, mamoncillos, guamos, guayabos, mamey, mandarinas, caña de azúcar, según el piso térmico se podían encontrar distintas variedades de frutas y hortalizas, no se usaban fertilizantes, ni herbicidas. Está rica producción agraria se complementaba con un pequeño rebaño compuesto por vacas de leche y sus crías, lo que garantizaba un ahorro para tiempos difíciles además de suministro de leche y sus derivados permanentemente para el consumo diario y la preparación de todo tipo de viandas como envueltos, arepas de todos los sabores y formas, distintas sopas, todo con base en el maíz ya sea pelado con ceniza, choclo o trillado en pilón; no faltaban las aves de corral como gallinas que suministraban huevos, piscos, patos, palomos para los caldos de los enfermos, desechos los aprovechaban los infaltables cerdos que eran otra fuente de alimentación y ahorro familiar.
Siempre había una huerta casera con verduras, hierbas medicinales, alimenticias y aromáticas como poleo, yerba buena, toronjil, orégano, albahaca, limonaria, yerba del dolor, tomates, repollo, cilantro “cimarrón y de castilla” y cebollas. Tanto dentro del cultivo, cómo por la periferia crecían especies como paico, llantén, yerba mora, suelda con suelda, sauco, anamú, itamo rial, matarratón, guácimo, totumo, cageto “nacedero” verdolaga, calaguala, col de monte, todas las fincas tenían un hermoso jardín lleno de todo tipo plantas ornamentales junto con otras tantas hierbas que se usaban para aliviar dolores de muelas, torceduras, fracturas, tratamientos posts partos, infecciones, fiebres, heridas, conjuntivitis o mirada china, gripes y múltiples dolencias que se atendían en casa.
Abundaban las aguas, hubo un nacedero muy particular en la finca de mis ancestros donde el líquido vital brotaba cómo una hoya hirviendo pero frío y a flor de tierra, después discurría en forma de arroyo ensoñador por todo el cafetal pasando por los potreros y el sabanal, finalmente se unía a la quebrada las polonias de la cual tomaban agua otras fincas; toda finca tenía un bosque compuesto por árboles maderables cómo el aceituno, yarumo, el draguillo, el tuno, el cedro, guayacán, bilibil, la mata de palmicha, la mata de fique y la guadua macana estas plantas eran utilizadas para la construcción de viviendas, leña para cocinar, construir cercos e instalaciones como el beneficiadero del café, corrales de aves y ganado, finalmente no podía faltar la mata de bijao que era el envoltorio de alimentos.
Las herramientas para las labores diarias además de fuerza física de los trabajadores eran machetes, la máquina manual para descerezar café, picas, palas, canastos, azadones, costales, rastrillos, hachas, martillo, grapas, puntillas, alicates, manilas, serrucho y un trocero; las herramientas no abundaban, no se movían con electricidad, ni gasolina, en mi vereda y alrededores no existía red eléctrica, acueducto veredal, ni carreteras hoy vías terciarias; el transporte de carga y logística de suministro para la operación agropecuaria lo realizaban los caballos y mulas bien aperados con enjalma, jura, sobre carga y cinchón con buen Bugüeño; estas nobles bestias eran de carga, de tiro y de silla, estos nobles animales eran el orgullo de las charlas aguardienteras de los viejos en especial de don Gentil, mi padre inspirador de mi existencia, como dirían los agrónomos modernos las fincas de aquellos tiempos eran granjas integrales ambientalmente sostenibles.
En los años sesenta se logró el Pacto Internacional del Café, se buscaba garantía de precio y compra del café Colombiano en el exterior, así que buscando competir en el creciente mercado internacional los científicos de la caficultura Colombiana muy reconocidos por cierto en las ciencias agrarias mundiales desarrollaron nuevas especies conocidas como las variedades; estas tenían la característica de resistir a las plagas como la roya aunque terminaron plagadas, eran de porte bajo como fue el Caturra, producían casi constantemente por lo que ya no había solo dos cosechas anuales “Cosecha Plena y Mitaca”, la nueva técnica de cultivo buscaba aumentar la densidad de siembra por hectárea garantizando mayor producción. En la Región del Sumapaz y Oriente del Tolima se gozaba de una momentánea paz del Frente Nacional, junto con las promesas de la Reforma Agraria, lo que tal vez no permitió evaluar a fondo en las comunidades los graves efectos respecto al daño ambiental y social que en adelante se causaría.
La técnica aplicada era la libre exposición, los nuevos cafetos requerían más luz solar y fertilización, no podían coexistir con otras especies por lo que debían tumbar el sombrío de sus plantaciones, afectando de tajo la soberanía alimentaria de los caficultores que desarrollaban su actividad en minifundios “pequeñas y medianas fincas”, para motivar la producción establecieron parcelas demostrativas, recuerdo que hablaban en los encuentros de mercado en Villarrica una ubicada a la entrada del poblado de los Alpes.
La mayoría de caficultores aplicaron la técnica sugerida, la Federación desarrollo al máximo su servicio de extensión, se aumentó la producción, también se aumentaron los costos el proceso como mano de obra, fertilizantes, plaguicidas, herbicidas, transporte, sobre todo aumento el costo de la canasta familiar pues se debía comprar casi todo, en adelante la finca solo producía café, finalmente terminaron presa del mono cultivo; así que cuando llegaron las vacas flacas fruto de las fluctuaciones bursátiles del mercado internacional del grano a finales de la década de los ochenta terminó el Pacto del Café, los pequeños caficultores empezaron a pasar trabajos, ya no había más de donde cosechar, llegando muchos abandonar sus predios, dedicarlos a la ganadería o venderlos por cualquier precio, si le sumamos el resurgimiento de la violencia que trajo el conflicto armado con las guerrillas de extrema izquierda, tendremos como resultado un nuevo fenómeno social de desplazamiento hacia los cinturones de miseria de las ciudades colombianas.
Algunos juzgan los cafeteros de aquellas épocas pues tuvieron buen tiempo de estabilidad de precios y no ahorraron etc., eso no es verdad en esa época muchos jóvenes se educaron y los campesinos en medio del desconocimiento tuvieron un momento de paz después de la violencia de los años 50; lo que no han analizado claramente es que el monopolio del comercio del grano lo tiene la Federación de Cafeteros, se creó el Fondo Nacional del Café, que se alimentaba de la retención un porcentaje de valor por carga a cada productor, los recursos los invirtieron en bancos, empresas de todo tipo y emprendimientos que fracasaron, las Tiendas Juan Valdés son un ejemplo actual de ese tipo de inversiones; a la vez surgió el riesgo económico por mucho capital circulante lo que llevo a la expedición de bonos para pagar parte de las cosechas, se suponía que era un método de ahorro pero los campesinos de bonos no conocían, así que los cambiaron a menos precio en los supermercados y compras de café para poder tener efectivo, los que si se enriquecieron como siempre fueron los intermediarios comerciales, en algunos los agricultores casos adquirieron vienes suntuosos como televisores, neveras, licuadoras, mejor ropa y nuevas herramientas mecánicas que les mejoraron sus condiciones de vida.
No se puede negar que el Fondo del Café permitió desarrollar vías, infraestructura educativa, algunas viviendas, puestos de salud, institutos educativos hoy abandonados, electrificación rural, acueductos rurales pues inicio la escases de agua, se incentivó la asociatividad, la implantación de otros cultivos como el banano para salir del mono cultivo pero llego la peste de Panamá arrasando con todo, se incentivó la siembre de especies maderables como el nogal cafetero, crearon un Fondo Ambiental pero nada de eso logro mitigar los efectos causados por la deforestación y el monocultivo.
En este presente de tanta inestabilidad climática que afecta nuestra producción agraria y la existencia misma de la humanidad y tantas especies más; recuerdo cuando migramos hacia la ciudad de Melgar vi por primera vez televisión, había un programa de la Federación Nacional de Cafeteros denominado el PROFESOR YARUMO, la canción intro decía: “Allá arriba en aquel alto, dónde nace la quebrada, había un monte muy bonito y el agua nunca faltaba; pero un hombre irresponsable tumbó el monte y lo quemó, ya no hay pájaros ni leña la cañada se secó”, me preguntó en verdad quienes fueron los hombres irresponsables que le metieron en la cabeza a los campesinos que esas técnicas eran aplicables en sus minifundios sin analizar ambiental y socialmente sus consecuencias ?.