Opinión

Los disparates de la izquierda

Adriana Bermúdez

Adriana Bermúdez

Creyente en que con la verdad, todo se puede. Comunicadora social, Magíster en Administración.

Esta semana, como las del último mes, la agenda política ha estado bastante agitada por cuenta de las acciones y declaraciones del presidente Gustavo Petro. Esta semana, el presidente Petro tuvo la oportunidad de dirigirse ante el Consejo de las Naciones Unidas donde, de forma muy elocuente, dijo “¿Qué es más venenoso para el ser humano? ¿La cocaína o el carbón o el petróleo?” y anunció que el “dictamen del poder ha ordenado que la cocaína es el veneno y debe ser perseguida, así ella solo cauce mínimas muertes por sobredosis…”. No sé desde cuándo el señor Petro ingiere petróleo o esnifa carbón para hacer semejantes aseveraciones, pero incentivar el uso de una droga que es estimulante y poderosamente adictiva, no parece una buena idea para quienes consideramos que a las adicciones un problema de salud pública.

Pero como lo relevante no es lo que a algunos nos parezca, invitaría al presidente Petro a leer el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, emitido el pasado 27 de junio, cuyo Comunicado de prensa comienza diciendo “La legalización del cannabis en algunas partes del mundo parece haber acelerado el consumo diario y las consecuencias relacionadas para la salud…” y, si eso es lo que dicen los que estudian el tema, ¿será que nos equivocamos quienes pedimos no incentivar el uso de drogas que enajenan a las personas que las consumen? El Informe “también detalla el aumento sin precedentes de la fabricación de cocaína, la expansión de las drogas sintéticas a nuevos mercados y las continuas deficiencias en la disponibilidad de tratamientos contra las drogas, especialmente para las mujeres”, indicando que el consumo debe ser tratado, esencialmente porque es un problema, no un juego, como el Gobierno Petro quiere hacerlo ver.

Esta falta de medidas desde la Salud Pública, se conjuga con las propuestas hechas por la ministra de salud, Carolina Corcho, quien busca, entre otras, independizar de las EPS, los servicios que ofrecen las empresas de medicina prepagada o los seguros privados, lo que, por consecuencia, encarecerá los valores de estos servicios, debido a que tendrán que hacerse a sus propias clínicas y equipos para procedimientos, cuando lo que realmente necesita la salud, es revisar los tiempos de atención, los de realización de procedimientos y las verdaderas coberturas. No pueden seguir las EPS operando de la misma manera con mil afiliados, cuando les suman otros mil provenientes de entidades cerradas por incumplimiento. ¿Sería esta la crisis a la que se refería la Ministra en días pasados, cuando hablaba de que debía haberla para promover un cambio? Crisis hay, la tenemos cuando pedimos una cita con médico general y debemos esperar de 3 a 4 semanas, o cuando buscamos en especialista y tiene agenda para dentro de 3 o 4 meses. Crisis la que padecen quienes consultan por enfermedades mentales, quienes asisten cada mes a una entidad que les asigna siempre un especialista diferente que solo se dedica a llenar una lista de chequeo, sin interesarse en cuál es el motivo de consulta o su evolución. Nuevamente insisto: la salud necesita intervención, pero acabar con lo existente para construir algo nuevo, no es el mejor ni el más eficiente de los caminos.

Y, como para cerrar la semana, Cali y Emcali se caen a pedazos. Se filtró un contrato hecho por las Empresas Municipales donde se compraban televisores a 43 millones de pesos, sillas ergonómicas de 17 millones y proyectores de 700 millones de pesos. En entrevista con Julio Sánchez de la W, Juan Diego Flórez, quien era gerente de Emcali hasta que esto se destapó, aclaró que otro de los proponentes ofrecía el proyector de 700 millones a $ 2’900.000, entonces, ¿por qué comprar el más caro?  Es cierto que en Colombia hay libertad de precios, pero no tiene sentido comprar lo más costoso, a menos que haya más por debajo de la mesa. Hubo remoción en las directivas de Emcali, y el Alcalde, presidente de la Junta Directiva de la entidad, ¿no es responsable de lo que está pasando? Y la Junta Directiva en sí, ¿qué tiene para decir frente a sus actuaciones? Porque la situación evidencia que nadie controla las actuaciones de los directivos o que todos se benefician de ellas. Y ni modo de agradecer a los sindicatos, quienes han estado al frente de las denuncias y reclamos, porque es de recordar que han sido los principales responsables de la quiebra de Emcali a través de la historia, exigiendo todo tipo de beneficios y prebendas para quienes están sindicalizados.

Los disparates de la izquierda se están convirtiendo en formas de acabar con lo que tenemos. ¿Nos vamos a sentar a mirar cómo lo hacen o intervendremos de alguna manera? Porque lo que va a quedar, si todo esto se logra, de nuestra juventud, nuestra salud y las Empresas Municipales de Cali, va a ser muy poco. Y seremos responsables por nuestro silencio.

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