Cultura

Los Locos en domingo

Luis Carlos Rojas García

Luis Carlos Rojas García

Escritor

Los locos en domingo caminan lentamente por la mezquita de su locura. Dan vueltas y vueltas y de vez en cuando gritan insultos a Dios padre todo poderoso por haberles hecho locos de nacimiento. Sí, de nacimiento, porque todos nacemos locos y solo quienes se atreven a enloquecer con el pasó del tiempo, tienen derecho a exigir una respuesta clara, coherente y, sobre todo, contundente, que les permita reconocer su locura como obra y gracia de un ser supremo.

Los locos en domingo hablan en español, en francés, en alemán, en portugués y prefieren no hablar en inglés porque de una u otra manera detestan la tierra del tío Samuel. Tienes que verlos mi querido amigo, mi querida amiga… se ponen sus mejores galas, unos visten prendas militares con medallas y sus botas lustradas; otros en cambio, llevan pelucas y cabellos tinturados cual papagayos y bailan y ríen y gritan e insultan a todo aquel que los mira de frente como tratando de entender su locura infinita. Su locura universal.

Los locos, ellos, solo ellos, de quienes son los reinos del cielo, se levantan temprano el domingo: lloran imaginando que hablan por teléfono, hacen sus crisis mientras leen libros que nadie quiere leer y cuando nadie lo imagina, encuentran las cosas perdidas los cuerdos que nunca buscan y nunca encuentran.

Tienes que verlos mi querido amigo, mi querida amiga; la magia de los locos en domingo es monumental y les hace olvidar que el domingo no es más que el día de los suicidas porque, no es cierto que Dios descasará el séptimo día, no; una vez terminada su creación, simple y llanamente enloqueció al ver lo que había hechos.

Por eso, los domingos, sobre todo en la tarde, los recuerdos se acumulan, el ambiente se pone tenue, el aire es más pesado y el corazón duele porque se lleva de recuerdos que no son más que lamentos de ese tiempo perdido que nunca más volverá.

Solo los locos pueden soportar el sufrimiento; solo los locos saben la verdad y no les importa que en sus habitaciones no haya bolsas de plástico o que no puedan encontrar un artefacto que les permita escapar. Ellos están locos, pero no son bobos y no por eso no quieren, por ningún motivo, terminar como el tal Jack cuando intentó volar sobre el nido del cuco, cuando estaba atrapado sin salida.

No, no y no, los locos están locos, pero no son estúpidos; simplemente se ríen de ti y de mí, porque saben que somos los protagonistas de esa película y estamos dando vueltas y vueltas en la misma mezquita; no importa cuánta risa, no interesa que nos pongamos el mejor vestido, que vayamos de paseo, que al regresar nos sacudamos la arena de la playa o los pedacitos de palomitas de maíz que nos dejó el cine… cuando regresamos en la tarde del domingo el vacío y la tristeza están ahí, esperando por nosotros y sonríen, con esa mueca de victoria al saber que solo los locos han podido escapar.

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