Luis Enrique se salva en el último suspiro y gana la Supercopa con el PSG

El París Saint-Germain conquistó por primera vez en su historia la Supercopa de Europa tras un agónico empate 2-2 ante el Tottenham que se resolvió por penaltis. El equipo de Luis Enrique, desdibujado durante gran parte del partido, fue rescatado en el tiempo añadido por los suplentes Kang-in Lee y Gonçalo Ramos, quienes forzaron la tanda desde los once metros. Allí emergió como héroe el criticado portero Chevalier, cuya elección en lugar de Donnarumma había sido motivo de debate durante toda la previa.
El PSG llegó al minuto 85 cayendo 0-2 tras los goles de Van de Ven y Cuti Romero, ambos en jugadas a balón parado. El conjunto parisino apenas había inquietado el arco de Vicario y no había realizado ni un solo disparo a puerta hasta el minuto 67. La sombra de una nueva derrota, tras la caída en la final del Mundial de Clubes ante el Chelsea, amenazaba seriamente a Luis Enrique, señalado por su apuesta personal por Chevalier.
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Sin embargo, el destino se alió con el técnico español. Kang-in Lee descontó con un golazo en el 89, y Gonçalo Ramos igualó en el 94, llevando el partido directamente a penales, ya que desde 2023 la UEFA eliminó la prórroga en este torneo. En la tanda, Chevalier atajó el disparo decisivo a Van de Ven y Mathys Tel falló el suyo, sellando el título para el PSG.
El Tottenham, dirigido por Thomas Frank, fue superior durante la mayor parte del encuentro. Con un planteamiento sólido, logró contener al poderoso ataque parisino, que lució lento, previsible y carente de ideas. Achraf, Mendes, Dembélé y Kvaratskhelia pasaron desapercibidos, y Doué falló como relevo de João Neves.
Luis Enrique, criticado por dejar fuera a Donnarumma y apostar por un portero inexperto, vuelve a salir airoso. Con este título, suma ocho trofeos con el PSG y consolida su autoridad en el vestuario, incluso tras la salida de Mbappé. Su insistencia en decisiones impopulares, como la titularidad de Dembélé o el estilo de juego sin estrellas, vuelve a darle la razón. El camino hacia el Sextete ha comenzado, aunque en París, como se suele decir, lo único intocable sigue siendo la Torre Eiffel.

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