Opinión

Operadores de servicios públicos castigan usuarios cumplidores

José Yesid Devia Tafur

José Yesid Devia Tafur

Con la llegada de las nuevas tecnologías a los diferentes mercados, los prestadores de servicios públicos domiciliarios, se han apuntado a esos nuevos escenarios y modelos; y ni cortos, ni perezosos, se han afanado mediante muy buenas estrategias y tácticas de mercadotecnia, a ofrecernos sus servicios, aplicando toda una amplia gama de portafolios novedosos.

Es así, que la empresa distinguida con el nombre de CELSIA, firma que nos suministra la energía eléctrica, se encuentra en un proceso de reemplazar los medidores de kilovatios existentes y en buen uso, por un nuevo sistema de medición digital, aduciendo razones tales como: mejorar el servicio, lograr una mayor precisión en la marcación del consumo de energía y lo más halagador de todo,  sin costo en la instalación del equipo, por consiguiente;  la  proyección estimada, es que todos los usuarios estamos obligados a aceptar la implementación reseñada.

Recurrir al uso predominante en la actualidad, de las opciones tecnológicas, es sin duda, como dice el adagio de las abuelas, “UN MAL NECESARIO”. Pero cuando pasamos, del dicho al hecho, como lo reza el refrán, encontramos que hay mucho trecho. La fantasía se esfuma y podemos afirmar, que llegamos a lo esbozado en la ilusoria y   gran novela titulada por su escritor, las aventuras de Alicia en el país de las maravillas.

Pero se preguntarán, qué cuál es el criterio, en que fundamento mi metafórica comparación; pues muy sencillo. Cuando se presenta el primer período de cobro, una vez se ha instalado el novedoso sistema, observamos con gran asombro, un incremento de cerca de un 20% en el consumo de kilovatios. Es decir, el tema traducido al lenguaje parroquial, indica que la factura presenta un costo mayor. Y esto, como en todos los precios que inciden en los precios de la canasta familiar, bien sea por el invierno, por la guerra, por los virus, o por la implementación de las nuevas tecnologías, solo afectan el bolsillo del sufrido consumidor final. O sea, a nosotros los usuarios. Cómo la ven mis caros amigos.

Pero estas implementaciones, no solo se registran en el mencionado proveedor de energía, igual ha venido aconteciendo en la emblemática empresa de nosotros los tolimenses, el Ibal. Ordenan el cambio de los medidores de suministro, argumentando que todo obedece a políticas de mejoramiento en la calidad del producto ofertado y que, por su antigüedad, son obsoletos y por lo mismo tanto, no registran el metraje del consumo real del líquido.

Pero a ojo de buen cubero, lo único que nos queda en la retina, de quienes tenemos que hacer el ejercicio de sacar mensualmente, la plática de nuestros bolsillos, es que simplemente, los operadores de los servicios públicos domiciliaros, tienen un marcado interés: “FORTALECERCE ECONÓMICAMENTE”, las privadas, para enriquecerse y las públicas, para sostener su fortín burocrático. Pero de excelencia en la prestación del servicio, ni fu ni fa. Los cortes de luz, se registran permanentemente y los de agua, ni se diga. Hay sectores de la ciudad, como por colocar un solo ejemplo, la primera etapa del barrio Jordán, en los horarios de 7P.M. a 5 A.M., nunca hay suministro. Sumado a las suspensiones diurnas, cada vez que se presenta un aguacero.

Por consiguiente, lanzamos un SOS, para que las entidades de control, como son las ligas de consumidores, la personería, el concejo y la superintendencia de servicios públicos, tomen atenta nota de estas denuncias y procedan mediante los mecanismos que les conceden las normatividades y las leyes, a revisar con lupa, estas exigencias y procedimientos, con los que los operadores nos castigan por cumplir con sus mandatos.

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