Opinión

Palo porque bogas…

Adriana Bermúdez

Adriana Bermúdez

Creyente en que con la verdad, todo se puede. Comunicadora social, Magíster en Administración.

No puedo desconocer que, a este Gobierno, tengo muchas cosas para reclamarle, pero tampoco puedo negar que no le ha tocado fácil, para la muestra el botón de la pandemia. Ese manual no estaba escrito y, con la velocidad de las cosas actualmente, creo que la que dicen que vendrá (ojalá nunca llegue), tendrá un protocolo de manejo diferente, así que el entrenamiento de esta será solo eso, entrenamiento.

Por ahora, lo que sí sé que espero de cualquiera que lidere este país, es una rápida acción contra la delincuencia de todo tipo, por eso aplaudo la extradición, porque, infortunadamente y desde tiempos inmemorables, sabemos que la justicia en este país suele quedarse corta en la toma de medidas para contrarrestarla y prevenirla, por eso debe aliarse con aquellos que tienen procesos más fuertes, como Estados Unidos, país que demuestra constantemente, que defiende sus leyes, su territorio y a sus habitantes por encima de lo que sea y de quien sea.

Recuerdo la primera década de este siglo, cuando los hermanos Rodríguez Orejuela y los paramilitares fueron extraditados a ese país. Todos esperábamos ansiosos ese momento para conocer la verdad de lo que habían hecho, con quién y contra quién, porque sabíamos que, encarcelados en nuestro país, era más el riesgo que corría su vida y mayor la posibilidad para seguir delinquiendo desde la cárcel, que la oportunidad de contar la verdad, por eso aplaudimos la solicitud del país del norte.

Pero hoy, época del “Palo porque bogas y palo porque no bogas” cuando del Gobierno se trata, parece que las expectativas han cambiado. En octubre del año anterior, una operación conjunta entre el Ejército y la policía dio como resultado la captura de Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, uno de los narcotraficantes más buscados de Colombia, quien fue guerrillero y paramilitar antes de convertirse en líder del Clan del Golfo, y quien está sindicado por participar en crímenes atroces como la masacre de Mapiripán, los falsos positivos en Dabeiba, Antioquia, entre otros. Úsuga rindió declaraciones ante la JEP, delatando a varios generales y comandantes del Ejército diciendo incluso, que se habían unido en varias oportunidades con las AUC para cometer ejecuciones extrajudiciales, llamadas también falsos positivos. Estas delaciones, posterior a la extradición del delincuente, podrán seguir su curso desde la prisión en los Estados Unidos, tal como lo han hecho con Salvatore Mancuso y hasta con los hermanos Rodríguez Orejuela, quienes están presos, pero no silenciados, por eso pueden enviar misivas donde acusan a expresidentes de corrupción.

Si lo pensamos con cabeza fría, la extradición de alias Otoniel, fue el paso más certero que dio el presidente Duque para garantizarle la vida al sindicado. Todos sabemos que, con este hacinamiento carcelario en el que estamos, lo más probable es que el hombre llegue a estar entre amigos que sigan haciendo lo que él dice, mientras fortalece su estructura criminal; pero el Gobierno tampoco puede exponerse a dejarlo entre enemigos, porque, si somos realistas y algo le pasa a Dairo Antonio Úsuga, no sólo la oportunidad de conocer la verdad se acaba, además, todos consideraremos culpable al Gobierno, responsable de garantizar la vida y honra de los ciudadanos.

Ahora, sin tanto apasionamiento, considérenlo ¿necesitamos una reforma a la justicia?

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