Pedir peras a un olmo
La Corte Constitucional ratificó el pasado viernes 1° de diciembre, que es la rama judicial quien determina quién sale de la cárcel. Esto, ante la solicitud hecha por el presidente de la República a la Fiscalía, de sacar de las cárceles a los jóvenes de la Primera Línea que participaron en los actos vandálicos del mal llamado “estallido social”. Como es costumbre, el presidente Gustavo Petro condenó esta decisión, claramente porque su promesa en campaña fue diferente, al creer que, como jefe de Estado, podría mandar sobre la independencia de las instituciones que imparten justicia.
El presidente Petro en su cuenta de X opinó sobre el tema, argumentando que “Los jóvenes que criminalizaron por protestar no son sujetos de una ley de paz simplemente porque esos jóvenes nunca estuvieron en guerra”, lo que es en parte cierto, porque, más que estar en guerra, lo que ellos hicieron fue crearla, en su mayoría, amparados y promovidos por quienes hoy están en el gobierno.
Lo que el presidente Petro no ha tenido en cuenta, es que esos jóvenes de primera, segunda y tercera línea son víctimas de ellos, de las personas que los instrumentalizaron para llegar al poder, sin importarles a qué los exponían al darles las alas y herramientas para reclamar de manera inadecuada, ante un sistema que ellas mismas, de una u otra forma, por acción u omisión, permitieron construir. Y es ese Estado que él hoy dirige, el que no debe permitir que estos jóvenes, transgresores de las normas, normalicen este comportamiento porque, de hacerlo, será responsable de construir y formar delincuentes, porque así se llama a las personas que no saben vivir en comunidad y que atentan contra la paz de quienes los rodean.
Nadie quiere criminalizar la protesta, señor presidente, como usted lo asegura en su mensaje, pero lo justo en un Estado de derecho es que los manifestantes salgan en paz y mantengan la paz en los espacios, no podemos permitir que unos salgan y acaben con todo, sin miramientos, solo por inconformidad. De ser así, quienes no estamos de acuerdo con sus medidas e incumplimientos: alza en la gasolina, cancelación de contratos de exploración y explotación minera y petrolera, reforma a la salud, reforma pensional, reforma laboral, entre otras, ya habríamos acabo con el país y, de ser así, usted ¿qué y a quién dirigiría?
Y no es que nos alegre que los jóvenes estén presos, presidente, nos alegra que los delincuentes, culpables y condenados, se encuentren tras las rejas y se mantengan allí, buscando de esta manera garantizar que quienes infringen la ley, tengan claro que su actuar no es correcto y que deben recapacitar sobre el mismo. Si tenemos leyes blandas, los infractores continuarán por el mismo camino, sabiendo que sus acciones no serán condenadas como es debido, lo que les dará alas para seguir por el camino delincuencial.
Y tampoco aplaudimos 6402 muertos, queremos claridad sobre lo ocurrido en cada caso, para poder determinar la verdad en él, porque los asesinos deben estar también, tras las rejas. Quienes no estamos de acuerdo con sus ideas, no lo hacemos porque creamos “en una seguridad basada en los muertos y en las rejas”, creemos en una seguridad basada en la justicia, en la Constitución y la ley, en la que se le da a cada quien lo que le corresponde, por eso es que consideramos que quienes sitiaron la ciudad y obstruyeron la movilidad de sus ciudadanos, quienes dañaron gravemente la economía, agredieron personas y dañaron bienes comunes, deben estar y permanecer en la cárcel, porque deben pagar por lo que han hecho. Aunque pedirle a usted, señor presidente, que entienda eso es muy difícil, es como pedir peras a un olmo. Después de que uno ha cometido actos atroces y ha disfrutado las mieles de la amnistía, evitando la justicia, le debe parecer que ese es el camino ideal para todos los infractores.
No me quiero ni imaginar a dónde llegaríamos si a todos los delincuentes se les concediera lo mismo. Lo curioso es que los culpables de los “falsos positivos”, son recordados por usted con recurrencia y pide para ellos justicia, lo que es sensato, pero, ¿dará esa justicia a punta de ritos de perdón y olvido o, en estos casos, sí quiere que actúe la ley?