Potencia Progresista
«Divididos seremos esclavos, unidos estoy seguro de que los batiremos: hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares, y concluyamos nuestra obra con honor».
– General José de San Martín
En medio de las elecciones que han acaparado los medios de comunicación y que nos han hundido la cabeza, de la misma manera en que lo hace el avestruz, en nuestra compleja y no siempre comprensible realidad, en el antiguo continente se viene desarrollando una guerra con aspiración de convertirse en una mundial, alimentada por las encuestas de opinión en las que se observan las preferencias bélicas de la humanidad que nos acercan cada vez más, sin querer ser catastrofista a nuestra autodestrucción.
Con el fin de crear un espacio para que el bloque político americano analice y debata sobre los problemas y desafíos que enfrenta en el contexto geopolítico con la intención de “Construir un futuro sostenible, resiliente y equitativo”, 32 de los 35 jefes de Estado y de Gobierno pertenecientes a la OEA[i] participarán en la próxima Cumbre de las Américas, la IX que tendrá lugar del 6 al 10 de junio de 2022 en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos.
La exclusión de la convocatoria a Venezuela, Cuba y Nicaragua por su “falta de compromiso con la democracia” ha sido un error estratégico que ha servido como detonante para canalizar acumuladas frustraciones por parte de los países de América Latina con la potencia norteamericana.
Frente a este desplante el presidente socialdemócrata de México, Andrés Manuel López Obrador, segundo país más grande de América Latina y principal socio comercial de los Estados Unidos, ha manifestado públicamente que no asistirá.
Con las recientes elecciones de gobernantes progresistas como Luis Arce en Bolivia, Xiomara Castro en Honduras, Alberto Fernández en Argentina, Pedro Castillo en Perú y Gabriel Boric en Chile, el poder de la OEA y la influencia de Estados Unidos en la región se ha visto debilitada, quedando en entredicho el compromiso de los países miembros de seguir sus lineamientos cada vez menos congruentes.
Es así como la intervención militar de Rusia a Ucrania indujo al error al expresidente George W. Bush, quien durante su discurso el miércoles en un evento en su Centro Presidencial criticó al presidente ruso Vladimir Putin, sufriendo un lapsus, y en lugar de nombrar a Ucrania, dijo: “Un único hombre ha lanzado la brutal e injustificada invasión a Irak”.
Ante las risas de los asistentes por el error del septuagenario, los medios de prensa recordaron que dicha invasión a Irak empezó bajo el mandato del presidente Bush en 2003, con una justificación falsa, que había armas de destrucción masiva, con la que intentó convencer al mundo de dicha amenaza. La presencia militar norteamericana fue continua en Irak hasta cuando su sucesor en la presidencia, Barack Obama logró en 2011 retirar por completo a todas las tropas estadounidenses de este país. Cuando al primer ministro Tony Blair se le preguntó cuántas bajas hubo en la guerra de Irak, citó dos organizaciones independientes, Iraq Body Count y el Instituto Brookings de EE.UU., cuyas estimaciones fueron de 106.000 y 112.000 muertos, respectivamente.
Las ventas de los países de América Latina en Estados Unidos bajaron en un 20% en los últimos 20 años, siendo reemplazadas por China quien es ahora el socio comercial principal de Sudamérica. La llamada Ruta de la Seda es un verdadero atractivo para los países: sólo en 2020 aportó 17.000 millones de dólares en inversión directa y tiene un acumulado de 137.000 millones en préstamos para la región.
Las altas posibilidades de que tanto los candidatos progresistas Gustavo Petro en Colombia y Lula Da Silva en Brasil ganen las próximas elecciones presidenciales, fortalecerían el bloque socialdemócrata de la región lo que le permitiría por primera vez a los países latinoamericanos cambiar la agenda que, hasta el día de hoy, se encuentra alineada a los intereses de la potencia hegemónica del continente.
[i] Organización de Estados Americanos
