Opinión

Violencia el 8 de marzo: ¿quién está detrás?

Sara Moreno Ruiz

Sara Moreno Ruiz

Columnista Invitada

El sábado pasado participé en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer del Colectivo de Mujeres del Nuevo Liberalismo en Bogotá.

Al final del evento tomé un taxi al Dorado y unas horas más tarde un vuelo que me trajo a Cartagena, a donde vine con mis hijas de Montreal a pasar las vacaciones de marzo y a visitar a mis papás y a mi familia.

Aterricé a las cinco y cuarto de la tarde en Cartagena y de ahí salí a la celebración del cumpleaños de Samuel,  el hijo mayor de una de mis primas. Llegué al cumpleaños con dos horas de retraso, directo al patio de la casa donde estaba la mayoría de los invitados esperando al conjunto vallenato para cantarle el feliz cumpleaños a Samuel.

Saludé a toda la familia con la que no me había visto en este viaje y apenas me pude sentar aproveché para revisar mis mensajes de WhatsApp. Iban a ser las siete de la noche y ya me habían llegado las primeras noticias de la manifestación del movimiento feminista que culminó con la pintura, con diferentes motivos, de la estatua de Luis Carlos Galán en la plaza del Concejo de Bogotá. Entre los motivos se encontraba una leyenda que rezaba “No más Galán”. Se refería a Carlos Fernando Galán; el alcalde de Bogotá, avalado por el partido Nuevo Liberalismo, e hijo del inmolado líder liberal de la estatua y fundador de este Partido.

Todos estamos de acuerdo en que cualquier acto de violencia es inaceptable. La pintura de la estatua de Galán constituye un acto de violencia en contra del patrimonio.

Así mismo, todos estamos de acuerdo en que las mujeres tienen todas las razones para manifestarse por la reivindicación de sus derechos.

Según la Organización de las Naciones Unidas, la violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones más generalizadas de los derechos humanos en el mundo. Este tipo de violencia tiene graves consecuencias físicas, económicas y psicológicas sobre las mujeres y las niñas, tanto a corto como a largo plazo, al impedirles participar plenamente y en pie de igualdad en la sociedad.

Las violencias en contra de las mujeres y las niñas se extienden desde el matrimonio infantil hasta el acoso sexual en línea. Sus causas principales son la discriminación y la desigualdad en la distribución del poder y los recursos entre hombres y mujeres.

Cada 10 minutos muere una mujer en el mundo por violencia de género.

Todos estamos de acuerdo también, en que detrás de esas manifestaciones no solo están el dolor y la rabia de las mujeres que luchan por un mundo en el que sus vidas no corran ningún peligro, sino, además, los intereses de quienes se lucran electoralmente de la división entre las personas. Lo cual sucedió en casi todos mis grupos de WhatsApp.

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