Volver a nacer

Juan 3:3
—De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús.
Un fariseo que era dirigente importante en la sociedad judía de la época, movido por la sabiduría del Señor Jesús al hablar y al enseñar, un hombre llamado Nicodemo; que estaba inquieto por tan misteriosas palabras que escuchaba de él, y que, para no ser detectado por sus afines, decide escabullirse en la noche y tener un encuentro personal que cambiaría su vida.
Este hombre decide preguntar al Señor; después de escuchar su afirmación, esa que aparece en el Evangelio de Juan acerca de nacer de Nuevo. Su pregunta fue sencilla
Juan 3:4
4 —¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? —preguntó Nicodemo—. ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?
Tal vez una pregunta lógica. Este rico Fariseo, pensaba con sus ojos puestos en la corta visión espiritual que tenía en ese momento; trató de interpretar erradamente el concepto que señalaba Jesús. Pero termina siendo una de las preguntas más relevantes en la historia de uno de los misterios más grandes de nuestra existencia: La Regeneración.
El Neófito Nicodemo, pensaba volver a entrar en el útero de su progenitora, hacer algo científicamente imposible, algo utópico y hasta ridículo. O tal vez, pensaba en una máquina del tiempo para devolverse al parto que lo trajo al mundo.
Pero el Señor Jesús, cumpliendo aquello que dice:
Isaías 55:8
8 «Porque mis pensamientos no son los de ustedes,
ni sus caminos son los míos
—afirma el Señor—.
Demostró que los pensamientos de Dios son superiores que los nuestros y le contesta de forma tal. A continuación, la respuesta del Maestro:
Juan 3: 5
5 —Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—.
“Nacer de agua y Espíritu” Eso es nacer de nuevo, no carnalmente sino espiritualmente, no en un nuevo parto, no en una clínica o en manos de una partera, no recibido por un médico mortal, ni colocado en una incubadora artificial.
El Apóstol Pablo, en esa parte de la Biblia tan bella y tan prolija que es: “La Explicación” (las cartas hechas por él mismo); precisamente en pocas Palabras nos desmenuza este misterio:
Tito 3:5
5 él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo.
El nacer en agua es ser lavado, purificado, limpiado, regenerado y renovado, eso se hace mediante el Espíritu Santo, y experimentar el accionar pleno de él en nuestras vidas. Pablo le dice a Tito que para entrar al Reino de los cielos, debemos recibir por misericordia de Dios esta regeneración para que sirva de transición de una vida antigua en pecado a la nueva vida en Cristo, en obediencia y sumisión a Él.
Nacer de nuevo significa dejar de ser hijos del mundo; ese mismo que es mal padre y nos abandona, que es mal ejemplo, que es mal consejero, que es indisciplinado y falaz, que es superficial y efímero. Cuando somos hijos del mundo, pronto somos huérfanos y desprotegidos. Pero Dios nos ofrece su adopción, y todos los beneficios que esto trae; los beneficios de ser los hijos del ser más poderoso del universo.
Juan 1:12
Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios
Está hablando de los que creyeron en su Hijo Jesucristo, los que le aceptaron como Señor y salvador, esos que nacieron de nuevo, en el quirófano celestial, en las manos del médico de médicos, lavados con agua purificadora y que recibieron el Espíritu santo de Dios, para nacer en Espíritu. Esos que ahora son coherederos del Reino, que tienen derechos de adopción, herencia eterna, protección, alimento y conocimiento de la verdad a través de su Palabra.
Cerremos con otra clave que nos da el Apóstol de las explicaciones; Pablo, en su segunda carta a los Corintios.
2 Corintios 5:17
17 Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!
Estar en Cristo y permanecer en él, eso nos hace nuevas creaciones, dejar de ser bastardos del mundo y ser príncipes, hijos del Rey de reyes.
Oremos.
Padre te damos gracias por el regalo inmerecido de la salvación, no hemos hecho nada para ganarlo y no podemos hacer nada más allá de recibir tu gracia y aceptarla, renunciando al pecado y sirviendo como tus hijos… Señor permite que todos los que leemos este escrito, entendamos para siempre esta verdad…en el Nombre de Jesús… amén