¿Y ahora quién se atreve a ponerle el cascabel al gato?

En la etapa cruda de la pandemia, de tan ingrata recordación para todos, sin distingos de estrato, credo, raza o religión, época en que se decretó el estado de emergencia económica, social y ecológica, las empresas de transporte de servicio público colectivo de pasajeros, tanto del orden, municipal como departamental y nacional; y en razón a la restricción del aforo en los vehículos utilizados para prestar el servicio, por la recomendación del distanciamiento entre personas, establecieron un incremento equivalente en la mayoría de los casos, a un ciento por ciento, en el valor de los tiquetes para los usuarios, cifras que en su momento no se discutieron, por cuanto el cupo en los automotores se redujo en un 50%. Indiscutiblemente, este fue un factor de gran incidencia, que justificó la tendencia, en su momento, del registro tan elevado de los precios en los pasajes.
Asumir este duro y abrupto ajuste, no fue tan del todo fácil; pero para la época crítica que se vivía, se hizo razonable, y se entendió al gremio transportador, por el inmenso y riesgoso esfuerzo humano que hicieron brindándonos, este tan necesario y vital servicio para la ciudadanía en general.
Con el correr de los días y el pasar de los tiempos, y mediante todas las medidas sanitarias y de control establecidas, la coyuntura se ha venido superando paulatinamente y la situación mejora y se normaliza de manera sustancial, siendo así, que en la actualidad el aforo en los vehículos se restableció totalmente, y es ahí, cuando le nace la pata al cojo. Los costos de los pasajes, que en su momento fueron justificados, se quedaron en la nube. Hoy en día no hay un criterio, ni una política que defina y unifique las tarifas y las empresas se puede decir, que hacen su agosto, ya que al parecer los organismos de control no están ejerciendo debida y adecuadamente la función que les compete, como que hay libertad de precios y es por eso que como reza el dicho, las cosas andan manga por hombro.
Pero lo álgido de todo, que no podemos pasar por alto, ni permitir, es que nosotros los consumidores finales, que fuimos solidarios con los operadores prestadores del servicio de pasajeros, y que somos en gran medida y guardadas las proporciones, los sostenedores del sistema, continuemos asumiendo el perjuicio de esta alza, que ahora si podemos llamar, INJUSTIFICADA, por cuanto si el volumen de pasajeros por vehículo llegó a su estado habitual, lo lógico y natural, es que el costo de la operación, retorne a las tarifas de épocas de relativa normalidad. Teniendo en cuenta lo expuesto y con miras a lograr una pronta solución a esta circunstancia, hacemos un llamado a las autoridades respectivas, para que hagan presencia en las diferentes terminales de transporte para que se constante esta seria anomalía y apliquen los correctivos pertinentes de rigor.




