A cuatro años del 09/06/18: La noche del asalto ‘Pijao’ al fortín ‘Verdolaga’
La noche del 6 de junio del 2018 en la ciudad de Ibagué estuvo marcada por un duro golpe a la parcial del Deportes Tolima. El equipo de Alberto Gamero había perdido en casa el primer partido de la gran final de la, en ese entonces, ‘Liga Águila’ frente al indomable Atlético Nacional. El equipo más veces campeón, ese que tiene en sus vitrinas dos Copas libertadores y al que históricamente no le habían pesado las finales.
Con una anotación de un tolimense que silenció el Manuel Murillo Toro, y un juego notablemente superior, uno de los equipos más grandes del país había golpeado con fortaleza el orgullo y el corazón de ‘la tribu’, que tuvo que ver como los verdolagas asaltaban su casa y se llevaban tres puntos y la ventaja en la serie para Medellín, ciudad en la que Atlético Nacional no conocía la derrota en toda la temporada y en la que no le habían marcado siquiera un gol en los últimos 9 juegos.
Tolima era obligado a romper una doble estadística y remar en contra de un coliseo que iba a estar repleto de 45.000 antioqueños vociferando por su equipo, el cual ya dibujaba en sus sueños, paredes y autobuses, la estrella número 17. Todos estos ingredientes compusieron la escenografía de una épica batalla futbolística que ni el mejor libretista de Fútbol Profesional Colombiano hubiera sugerido.
El campamento pijao había sido saqueado. Nacional se había llevado la victoria, y la mínima ventaja en la serie, pero no se había llevado la convicción del camerino Vinotinto. A pesar del marcador en contra, la lesión de Ángelo Rodríguez y la notable presentación del conjunto ‘Paisa’ en Ibagué, el mensaje de los jugadores y el cuerpo técnico del Deportes Tolima al subir al bus era claro. ‘Vamos a salir campeones en Medellín’.
Un cartel que daba la bienvenida a “la tierra del más veces campeón” y declaraciones despectivas hacia el Tolima por parte de algún sector del periodismo deportivo trataron de ver con menosprecio a un equipo que todavía soñaba con lo imposible. Pero dice el dicho que no está muerto quien pelea y así lo demostró aquel equipo campesino de una sola estrella sobre su escudo en el Atanasio Girardot.
Las alineaciones fueron las siguientes:
Nacional (4-1-4-1): Fernando Monetti; Helibelton Palacios, Felipe Aguilar, Alexis Henríquez, Diego Braghieri; Jorman Campuzano; Jeison Lucumí, Macnelly Torres, Germán Castellani, Vladimir Hernández; Dayro Moreno
Tolima (4-3-3): Álvaro Montero; Juan Guillermo Arboleda, Fainer Torijano, Julián Quiñones, Danovis Banguero; Carlos Robles, Carlos Rentería, Rafael Robayo; Sebastián Villa, Ángelo Rodríguez, Yohandry Orozco.
Con cautela, inteligencia y amor propio, los dirigidos por Alberto Gamero aguantaron la oleada de un Nacional que buscó asegurar la serie en el primer tiempo. Montero atajó un par de balones que adelantaban su consagración cercana con el equipo de Ibagué. “Hay que aguantar el 0 en el arco en el primer tiempo. Si logramos eso, cualquier cosa puede pasar en el segundo”, fueron las palabras de Gamero a sus jugadores previo al encuentro.
Así lo logró el equipo más sufrido del torneo, mientras 500 tolimenses en la tribuna norte del Atanasio y otros 999.500 pegados del televisor aguantaban la respiración.
En la segunda parte, Tolima se vio más atrevido, y a los dos minutos de la segunda parte, Sebastián Villa fue rebelde para perseguir un balón largo de Álvaro Montero, se tiró al piso para desarmar a Braghieri y buscó en el centro a Marco Pérez. El balón se desvió en Campuzano y se coló en la portería de Monetti. Los ‘Pijaos’ que daban por muertos, acababan de dar un golpe sobre la mesa y anotarle un gol a Nacional después de 9 fechas. Ya lo más difícil parecía hecho; el ‘Vinotinto y oro’ volvía a tener vida en la serie.
Sin embargo, la noche aún era larga. Nacional tenía todo el segundo tiempo por delante para volver a poner la serie a su favor. Los antioqueños se volcaron con vehemencia e intensidad sobre el arco de Álvaro Montero. El gol del Tolima desató el verdadero huracán verdolaga en contra del campamento ‘musical’.
A los 66 minutos de partido, Helibelton centró desde la derecha. Los de vinotinto vieron pasar el balón que capturó Vladimir Hernández con un cabezazo certero nuevamente al corazón ‘Pijao’. La sensación en la boca del hincha del Deportes Tolima era de un amargo similar al de aquellas noches de 2006, 2010 y 2016.
En Ibagué, una gran cantidad de caras largas y controles bajando el volumen de los televisores. Banderas enrrolladas y uno que otro que se paró para “no sufrir más por eso”. En la cancha del Atanasio Girardot, 11 guerreros que no bajaron los brazos y un estratega samario vestido de cacique que sufrió a la par de sus dirigidos.
Al minuto 92 un tiro de esquina desde la derecha terminó en la cabeza de Montero, quien subió para sacar provecho de sus dos metros. El golero logró sacar un buen cabezazo, pero su colega Monetti estaba atento para agarrar la #5 e iniciar el contragolpe que hubiera podido ser letal. Montero no llegaba a cerrar a Dayro Moreno, que en sus pies tenía la oportunidad de liquidar todo y bordar la estrella 17 para el verde de la montaña. Sin embargo, una mala decisión dejó en fuera de lugar a Vladimir Hernández. Con ese banderazo, los últimos 40 segundos de épica para un Tolima que se aferraba al sueño.
Llego el 90+3. El mítico 90+3. El bendito 90+3 que cambiaría por siempre la historia del Deportes Tolima. Nuevamente desde la derecha Tolima tuvo el último ‘córner’ del campeonato. Robin Ramírez jugó corto con Villa. El extremo derecho sacó un centro al borde del área donde apareció milagrosamente un heroico cabezazo de Danovis Banguero. Con la lentitud que un libreto dramático exige, la pelota se le escapó a Monetti y levantó a todo el departamento del Tolima en un abrazo y lagrimas de alegría.
En los penales, Montero se agigantó para vencer a Lenis y Hernández. Villa, Albornoz, Banguero y Marco Pérez, con carácter y nervios de acero fusilaron en 4 oportunidades a un desencajado golero verdolaga. Hoy se cumplen 4 años desde aquel remate cruzado de Marco que aún reposa en la retina del verdadero hincha tolimense. Ese que cambió para siempre la historia de un club que hasta ese momento fue chico y que a partir de esa noche, emprendió la escapada para alcanzar el lote de los grandes.
Después de esa noche, el ‘Vinotinto y Oro’ ha ganado una liga más, una Superliga, ha jugado otra final y alcanzó los octavos de final de la Copa Libertadores. No sé si sea suficiente argumento para decir que el Deportes Tolima es un equipo grande en Colombia, pero la noche del 9 de junio de 2018 en el Atanasio Girardot, fue el primer paso que dio un ‘equipo chico’ para despedirse de su prolongada infancia y comenzar a crecer de la mano de Gabriel Camargo y Alberto Gamero que, como un padre y un hermano mayor dentro de aquel plantel, dibujaron los primeros esbozos con color grandeza.