Ahora sí murió Marilyn Monroe
La crónica que escribí el sábado pasado es una de las que más me ha entusiasmado en los últimos meses. !Fotos inéditas de Marilyn Monroe! !Viajando en un jet de Avianca! Armé toda la trama de la crónica, hablé con Juan David Rincón de Tolima Online, le dije que la íbamos a romper con Marilyn y el resto de los temas incluídos. Juan David leyó la crónica y compartió mi entusiasmo. El símbolo sexual de nuestra generación, la época dorada de los jets, un accidente protagonizado por nuestro equipo del alma, todo pintaba para una gran audiencia.
Compartí la crónica en todos los sitios habituales durante el fin de semana, más la gran vitrina que ofrece Tolima Online. Pasaron las horas y la desilusión fue evidente. Algunos likes, algunos comentarios positivos, pero nada de la gran acogida que esperaba. La diosa rubia, el símbolo sexual de mi adolescencia, ya no despertó entusiasmo colectivo.
Concluí que los años no pasan en vano. Marilyn hace rato está muerta y no despierta ninguna clase de sentimientos en una generación que nunca la conoció. Solamente la podremos apreciar en el Museo de Madame Tussauds en Nueva York, donde la visité hace 10 años o en las despistadas fotos de algunos nostálgicos que aún la creen vigente.
Revisé los temas que incluí en la crónica y encontré que están muy lejos de los jóvenes que hacen parte de las redes sociales. La famosa portada de Playboy (revista desaparecida) con Marilyn desnuda, data de diciembre de 1953. Su famoso reportaje en Life (revista desaparecida) es de finales de los 50s. Su escena en el metro de Nueva York en 1956, tan sensual en aquellos años, ya no conmueve a nadie. Triste, pero cierto. Hay que enterrar de nuevo a nuestra diosa.
Los famosos Super Constellation de la época dorada de la aviación tampoco conmovieron a la audiencia. No se siquiera si el término glamoroso de Jet Set todavía existe y si la actual generación sabe que significa. Un jet era la sofisticación en el aire y los “influencers” de aquellos días disfrutaban de un servicio espectacular a bordo. En el aviso que les comparto, se puede ver que era lo que vivía el pequeño set de personas que podían disfrutar del servicio a bordo de un jet. Champaña, caviar, entremeses, precedían a una comida espectacular. De esa experiencia, nació el término jet-set, que se utilizó hasta hace pocos años.
Tuve la oportunidad hace un año, antes de la pandemia, de utilizar un montón de millas aéreas para disfrutar un viaje parecido al de aquellos días. Primera clase en Turkish Airlines, en un largo vuelo Bogotá – Estambul. Una experiencia alucinante, que difícilmente se repetirá después del Covid-19. Recordaba ese viaje escribiendo la crónica y pensaba en aquellas personas que encontraron la muerte en medio del lujo en ese vuelo Miami – Montego Bay que incluí en el escrito. Una tragedia que poco conmueve en estos días donde tenemos la muerte al lado, respirando en nuestras nucas.
El barrigazo del Deportes Tolima tampoco llamó la atención. Revisando, es probable que mucha gente no sepa lo que es para un avión aterrizar sin ruedas, sobre su barriga. Una maniobra complicada, que hoy sería casi imposible por el tamaño y peso de los aviones actuales. Lo más parecido es la reciente película Sully, protagonizada por Tom Hanks en el 2016, que muestra la historia de un avión de 155 pasajeros “aterrizando” en el río Hudson, en enero del 2009. Algo parecido se vivió en 1962 con el Deportes Tolima, los videos de youtube son impresionantes. Pero leerlo en una crónica es bien diferente y no causa el efecto inmediato de un video o una película bien manejada.
Mi amigo Mario Jursich, escritor y crítico literario, quien leyó mi crónica y se entusiasmó mucho con ella, hacia un crudo diagnóstico que explica mucho la tibia reacción del público. Con gran precisión, decía que el formato del blog y la crónica ya están pasados de moda. Propios del paleolítico, señala Mario. Y si la crónica incluye a Marilyn Monroe, o viejos jets que se estrellan y protagonizan barrigazos, peor.
Hace un año, conversaba de estos temas con mi amiga Mafalda, la de Quino, cuando nos visitó en Bogotá. Recordamos juntos aquellos felices años 70s, cuando ella era una joven contestataria, símbolo de la rebeldía y del humor fino y muchas veces negro. Y ahora, tristemente utilizada en las redes sociales para vender carteras o enviar mensajes dulzones e insulsos, que nada tienen que ver con sus mensajes originales. Yo le decía a Mafalda que ya habían pasado nuestros mejores años y que había que adaptarse a estos nuevos tiempos. Unos tiempos de pandemia, donde ya no caben Mafalda, Marilyn ni los aviones de lujo.O los blogueros.