Colombia está en todas partes
La buscamos, los que la buscamos, en cada rincón, en cada almacén, cine o en una simple canción. La buscamos en los recovecos del extranjero que logra obnubilar a los que nunca llegaron a conocer su tierra, como a lo mejor la conocemos usted y yo.
La buscamos con tanto anhelo, como pidiéndole perdón por haberla abandonado sin un motivo, sin una razón. Queremos verla ahí, con sus colores amarillo, azul y rojo, en una tela que se eleva en algún edificio gris, en esas construcciones sin color, sin vida, sin ilusión.
La buscamos, los que la buscamos, en una nota de prensa, en un comentario, en una conversación. En un sueño que parece lejano cuando el tiempo pasa de estación en estación.
La buscamos y se nos llenan los ojos de lágrimas cuando escuchamos un bambuco, una salsa o un acordeón.
Lloramos como niños asustados cuando vemos en la gran pantalla la barbarie que nos aleja como hermanos, que nos vuelve una nación sensacionalista, ignorante y extremadamente individualista. Una nación de noticias de momento que no nos deja ver el verdadero sentir, el ser hermanos colombianos que viven sus vidas en armonía y amistad; dispuesto a ayudar, a perdonar y a salir adelante, dejando de lado el rencor.
Somos como esos hijos desagradecidos incapaces de ver que el paraíso se esconde entre montañas, ríos y caminos que producen paz y calma. Un paraíso que no necesita envidiar nada de todos esos lugares que ostentan mejor calidad de vida cuando la gente se suicida o cae en depresión y sus gobiernos no encuentran una fórmula mejor que atiborrarlos de ayudas y de medicamentos que causan adicción.
Como lo dijo aquella vez el profesor: “cuando salgan del país y tengan que entonar las notas del Himno Nacional, se darán cuenta lo que significa su tierra, sus raíces, sus costumbres y cantarán con tanta emoción esas notas que ahora les causa hilaridad y vergüenza”.
Colombia, mi Colombia, afuera, por si no se entera, está en todas partes. Aquí donde todo parece ser perfecto, aunque no lo es y no lo será, Colombia se busca como un niño busca a su madre. La pueden ver en el cielo que a veces se tiñe de negro, en una camiseta, una gorra, unos zapatos o un pantalón; en una empanada, una arepa, un tamal, una lechona, una olla, un molinillo o alguna comida que le recuerde nuestra sazón.
No importa que usted les escuche decir que a Colombia no vuelven, que aquí no roban, que aquí se vive mejor, Colombia está en todas partes, aunque el pajazo mental diga lo contrario, aunque los dólares suban cada día y les haga pensar que estando afuera todo cambia como magia dentro del arte.