Opinión

Con el corazón en la mano

Adriana Bermúdez

Adriana Bermúdez

Creyente en que con la verdad, todo se puede. Comunicadora social, Magíster en Administración.

La situación de Venezuela nos mantiene el corazón arrugado. Saber que la mayoría de los venezolanos quiere el regreso de la democracia y no ha logrado conseguirlo, acongoja. Ver cómo el 10 de enero se posesionó Nicolás Maduro Moros, aquel chofer de bus que se convirtió en el segundo del chavismo solamente por ser un buen lame botas, agobia. Verlo usurpando el poder, dando un golpe de Estado sin aparente consecuencia, duele.

Hoy, muchos quisiéramos que hubiese una fórmula para derrotar a los tiranos, a aquellos dictadores que buscan quedarse en el poder a costa de lo que sea, incluso, del propio pueblo que deben gobernar, sin importarles a quién afecten, ni si realmente los quieren allí… pero, al parecer, fórmula no hay, aunque lograr que abandonen el cargo, tampoco es imposible. Ya vimos casos como el del líder sirio Bashar al-Assad, que tuvo que huir después de 24 años de estar en el poder de manera arbitraria.

Los venezolanos siguen en pie de lucha, esperando instrucciones precisas de Edmundo González y de María Corina Machado para hacer que cambie la historia de su país. Los resultados en las urnas el pasado 28 de julio, demuestran que la era del chavismo terminó, que es hora de cambiar el destino del país y de recuperar el camino que se tenía en febrero de 1999, cuando Hugo Chávez Frías se posesionó por primera vez, mientras Venezuela era uno de los países más prósperos de América Latina. Desafortunadamente, la posición de privilegio en la que han estado tanto tiempo Maduro y sus compinches, no les permite ver la realidad del pueblo que gobiernan.

Desde su tercera y última posesión, el pasado 10 de enero, Nicolás Maduro se ha dedicado a cazar peleas que, esperamos, en algún momento den sus frutos. Aunque una intervención militar parece una medida exagerada debido a las vidas que pueden perderse en el proceso, hasta el momento parece la mejor opción, sobre todo si está apoyada por países como Estados Unidos. Y aunque algunos creen que la propuesta es desmedida, Maduro parece no estar de acuerdo, porque ya habló de la posibilidad de invadir Puerto Rico “con las tropas de Brasil” para liberarlos de Estados Unidos. No me queda muy claro es si los puertorriqueños lo quieren… sobre todo, de esa manera.

María Corina Machado, la verdadera heroína de todo este proceso, ha estado, a través de su cuenta de X, agradeciendo a los gobiernos que apoyan la libertad de Venezuela e informando que se está buscando la mejor manera para que Edmundo González pueda juramentar como presidente electo del país, lo que todos esperamos que ocurra pronto, aunque no parece tan ‘sencillo’, sobre todo por las amenazas de prisión emitidas por Maduro y Diosdado Cabello a González. Machado dijo que buscan un ingreso seguro para Edmundo a Venezuela, evitando que se cruce, seguramente, con cualquier guardia del régimen. Y digo “del régimen”, porque recordemos que en las mesas electorales donde votaron los militares, González también salió vencedor, lo que indica que hay una parte de ellos que también está sedienta de cambio.

Seguimos con el corazón en la mano, esperando a que la situación de Venezuela se resuelva. Es hora de que la libertad regrese al hermano país y de que los venezolanos tengan la oportunidad de regresar a él para reconstruirlo. Llegó la hora de ver cómo la unión hace la fuerza y permite que, de la mano de un Gobierno interesado en el progreso de la Nación, Venezuela renazca. Seguimos orando para que eso, pase.

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