El negocio, socio
La semana anterior, el pasado 12 de diciembre, se hundió nuevamente en el Senado, el proyecto de ley que buscaba regular el uso adulto y comercialización del cannabis en Colombia, ponencia realizada por la senadora María José Pizarro del Pacto Histórico, aunque el autor del proyecto fue el representante a la Cámara por Bogotá Juan Carlos Losada del Partido Liberal.
45 votos apoyaron el archivo de la propuesta, proposición radicada desde el comienzo de la sesión por la senadora Karina Espinosa, también del Partido Liberal.
Vale la pena recordar que el Gobierno nacional estuvo abonando el terreno para que este proyecto de Ley pasara, cuando el pasado 7 de diciembre derogó el Decreto 1844 de 2018 que reglamentaba “parcialmente el Código Nacional de Policía y Convivencia, en lo referente a la prohibición de poseer, tener, entregar, distribuir o comercializar drogas o sustancias prohibidas”.
Y es que seguramente, lo que buscaba el Gobierno en cabeza del presidente Petro, era que el camino estuviera listo para que, aprobado el proyecto de ley, nos preparáramos para ver expendios legales de marihuana en cualquier parte, llamados dispensarios en otros países, porque eso es lo que quieren lograr.
Y no estoy exagerando. Así lo ha planteado, por ejemplo, el alcalde saliente de Cali, el médico Jorge Iván Ospina en su cuenta de X quien considera una paradoja legalizar el consumo por sentencia de la Corte Constitucional, mientras el consumidor la compra al jíbaro. La senadora María José Pizarro luego de la votación les dijo a los senadores, entre otras cosas, que “el negocio es de ustedes que quieren sacar a los niños y alejarlos de los bandidos y de los jíbaros, ustedes los van a mantener, a la juventud de este país, a los consumidores en las ollas expuestos al basuco, a la cocaína, entregándoles miles de millones de recursos al narco”.
Porque la preocupación de la izquierda es hacia dónde va el dinero, no en qué condiciones está nuestra sociedad, por eso buscan generar toda una economía alrededor del expendio y consumo de drogas, escudados en aprobaciones previas como la del consumo de licor con la que, como lo he dicho en otras oportunidades, no creo que lo hayamos hecho bien con su aprobación… Y ésta, tampoco ha logrado finalizar con el contrabando, porque, tristemente, parte de nuestra esencia es la ilegalidad y el puerto de Buenaventura y los funcionarios de la Dian, pueden corroborarlo.
Este tipo de acciones generan preocupación para quienes no consideramos que, como sociedad, estemos preparados para tomar decisiones de este calibre, porque carecemos de un tejido social que nos permita tener a las nuevas generaciones alejadas de estos flagelos al menos, mientras cuentan con la formación y valores suficientes, para tomar la decisión de consumir con plena de conciencia.
Y es que no tenemos que pensar en por qué el Gobierno está más interesado en el negocio, que en fortalecer la formación de sus jóvenes para que no caigan en este flagelo, si todos sabemos que muchos de los honorables “padres de la patria”, son consumidores frecuentes de marihuana, lo que nos lleva a pensar que quizás, como beneficio personal, lo que buscan es la comercialización libre de su vicio, lo que evidencia que legislan en causa propia.
Confiemos en que la sensatez continúe primando en el Senado y este tipo de propuestas se estudien a fondo. De hecho, si se continúa presentando, quizás pase en algún momento. Esperemos que, para ese momento, el nuevo sistema de salud esté lo suficientemente fortalecido para contar con la capacidad de tratar a todos los consumidores como enfermos, no como delincuentes.
