Francisco: Pidamos la gracia del asombro

Al celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, el Evangelio del domingo 31 de diciembre nos los muestra en el templo de Jerusalén, para la presentación del Niño al Señor (cf. Lc 2, 22-40). Antes de rezar la oración mariana del Ángelus en una nublada y lluviosa Plaza de San Pedro, el Pontífice observó que “la Sagrada Familia llega al templo y allí lleva la más humilde y sencilla de las ofrendas como testimonio de su pobreza”.
A continuación, se refirió a la profecía que recibió la Virgen: “Una espada te atravesará el alma”. Francisco puntualizó que “llegan en la pobreza y parten cargados de sufrimiento”. En este sentido, subrayó la “paradoja”: “¡Cómo es posible que la Familia de Jesús, la única familia de la historia que puede presumir de la presencia de Dios en la carne, en lugar de ser rica sea pobre! En lugar de ser aliviada, ¡parece ser obstaculizada! En vez de estar libre de fatigas, ¡está inmersa en grandes dolores!”.
El Obispo de Roma explicitó el mensaje que este episodio transmite a las familias: “Este modo de vivir la historia de la Sagrada Familia, pobre, obstaculizada, con grandes dolores. Dios, a quien a menudo imaginamos más allá de los problemas, ha venido a habitar nuestras vidas con sus problemas”.
“Nos ha salvado así, habitando entre nosotros (cf. Jn 1,14): no ha venido como adulto, sino como un bebé pequeñito; ha vivido en una familia, hijo de una madre y de un padre; allí ha pasado la mayor parte de su tiempo, creciendo, aprendiendo, en una vida hecha de cotidianidad, ocultamiento y silencio”.
“Y no ha evitado las dificultades -prosiguió-, es más, eligiendo una familia, una familia ‘experimentada en el sufrimiento’, dice a nuestras familias: ‘Si tienen dificultades, sé lo que sienten, lo he experimentado: mi madre, mi padre y yo lo hemos experimentado, para decírselo también a su familia: ¡no están solos!’”.




