La dignidad laboral

Hace poco en una entrevista que le hicieron a una de esas defensoras del proyecto del cambio y en donde hablaban sobre el salario mínimo y todo el revuelo que causó entre la oposición y la gente que todavía traga entero, me llamó la atención una frase o expresión por parte de la entrevistada, me refiero a: “La dignidad laboral”.
Seguido a esto, mencionó algo que, indudablemente, me puso a reflexionar sobre la importancia de tener medios alternativos como el que estaba viendo en ese momento y, sobre todo, la importancia de rememorar asuntos tan puntuales como la manera en que le han lavado el cerebro a cientos de colombianos y colombianas que creen que no son dignos de tener un salario mínimo decente.
¡Un salario mínimo Señoras y señores! Léanlo bien quienes se rasgan las vestiduras en defensa de los más ricos.
¡Un salario mínimo damas y caballeros! Que como su nombre lo indica es ¡Mínimo! O sea, usted no se va a ir a pasear al extranjero con ese salario; usted no va a poder ahorrar cientos de millones de pesos ni cambiar en dólares con ese salario; tampoco va a poder comprar lo que se quisiera comprar; ni usted, ni el que está más allá, con un salario mínimo, va a poder invertir en la bolsa, cambiar de carro o de helicóptero y mucho menos va a poder comprar unas tierritas, nada del otro mundo.
Infortunadamente, la memoria del ser humano es tan sensacionalista que olvida rápido, como en el caso de Colombia en donde demasiadas personas olvidaron qué es tener prestaciones, un contrato decente o al menos, un salario mínimo y lo que es peor y más triste todavía, una gran cantidad de colombianos y colombianas nunca han experimentado lo anterior antes nombrado, todo esto, gracias a un corrupto criminal que, en cierta oportunidad hace ya varios años, le dio por asegurar que al país lo estaba matando la pereza.
Imagino entonces que esta es la razón por la que me encuentro a tantos compatriotas por estas tierras del mal llamado paraíso, trabajando por cualquier migaja, sin garantías de nada y comiendo callados, porque, aquí también se ve eso, aunque, el mínimo por ahora, alcanza para lo básico.
Imagino que esa es la razón por la que muchos compatriotas que llegan por estas tierras se conforman con lo que les paguen y luego los escucha uno decir que todo es maravilloso; tal vez, se acostumbraron a comer tanta mierda en Colombia que cuando les toca comer aquí, en su paladar atrofiado, degustan el verdadero sabor a gloria.
En resumidas cuentas, mis amigos y amigas, tener un salió mínimo que alcance para lo básico no es algo malo, no es cosa de extraterrestres, ni vida después de la muerte y mucho menos va a destruir a un país plagado de corruptos y criminales que se lo vienen robando desde hace tantos y tantos años.
Tener un salario mínimo decente es lo ¡MÍNIMO! Que un ser humano se merece por entregarle su tiempo y su vida a un empleador. Tampoco está mal tener garantías y prestaciones laborales, ya que este cuento de trabajar es de doble vía; una empresa crece en la medida que sus empleados producen.
Entonces, dejemos de normalizar la esclavitud y el pensamiento de mendigos y a lo mejor las cosas cambien y tal vez, sólo tal vez, las nuevas generaciones tengan la oportunidad de experimentar una nueva y básica condición laboral, porque, cada cosa que ocurre… ¡Es un Hecho Sam!