Las Poesías de Tito
Apágame la Candela!
Apágame la candelaaa!
Apágame la candelaaa!
Gritaba una despampanante negra!
Empecé a escudriñarla,
suavemente la tomé por su talle,
lentamente acariciando su espalda.
Era una negra esbelta y bien grande!
Al descuido la rozaron mis labios
la cobijaron mis brazos…
Me faltaban ojos y manos
y ella suplicándome:
Apágame la candelaaa!.
Apágame la candelaaa!.
Le clavé los dientes en el cuello,
le tiré el corpiño bien lejos.
Cuerpo negro,
sangre ardiente
en un medio día resplandeciente!.
Era una criatura del universo,
un animal de la selva,
mordida por el calor y la serpiente!
De olores salinos.
Sal marina,
para la purificación de todos los desvaríos
y de todos los pecados de la concupiscencia…
Ojos grandes,
avarientos y desorbitados!.
Caribe por su madre!
De efervescencia en llamas,
hija de la tierra de los volcanes!
Y se fue sin volver la mirada.
Me dejó: su sonrisa fácil,
sus huellas imborrables,
sus gritos suplicantes
y sus agonías interminables.
No me atreví a seguirla,
no busqué su nido,
como la del río
también tenía marido!.
Sal marina
La impudicia arrinconando los sentidos!.
La pasión, la entrega y los remolinos
en una hembra de conciencia adulterina.!
Dolor me da no volver a verla
no ser su apaga incendios.
Ahogaré los recuerdos
en la piel de otras negras.
La evocaré siempre
en las tardes silentes,
y en mis notas vibrantes
en brazos de otras mujeres.
Me tiñó su piel,
me bañaron sus sales,
me clavó sus dientes,
me arañó la espalda…
Unas mandíbulas de piraña
carcomiéndome la carne!
Me tiñó la piel,
me marcaron sus desafueros y su incesto!
Una negra infiel,
un mestizo infiel.
Un hombre y una mujer,
una negra en los predios de un poeta!
Hervideros de huracanes,
estrofas delirantes.
Los estallidos de la carne!
Tito Augusto Bustos Roa (23-03-96)