Las Poesías de Tito
Un Alma Negra en unos Ojos Grandes
Sus ojos eran negros
y su mirada penetrante y gélida.
No se si le hice daño,
su paso por mis senderos
me causó verdaderos estragos.
Cómo olvidar
esa inquisidora mirada
de juez imperturbable!
Quizás huyendo por los arrabales
y bañándome en el barro de la infamia!
Una mujer valiente
con un corazón
lleno de incrustaciones de oro
y esquirlas de hielo y de piedra!
Su sonrisa indefinida
petrificaba mis sentidos.
Por su mente nunca pasaron nuestros hijos.
Éramos como las aves errantes
alejados de sus nidos.
Las noches heladas,
y el tajante intercambio de palabras
atornillaron su alma atormentada.
Esas manos que regaban las inflorescencias,
y hacían brotar los frutos de la tierra,
que acariciaban las rosas
y hacían sonreír a las begonias
jamás le imploraron a nuestro Dios
y su piel nunca se sollamó
en los incendios del amor.
Era una impenetrable muralla,
un camino cenagoso y temerario,
un refugio inseguro e inquietante.
En ese muro se estrellaron
mis más puros ideales!
Cómo no evocar esa fragilidad de hierro!
Lo nuestro fue
una unión sin cadenas
sin alientos para romperla
sin fuerzas para sostenerla.
Desesperado, corrí y corrí por una llanura inmensa,
y ella se fue por los despeñaderos.
Llorando me quedé en una tarde de febrero
al despedirnos para siempre.
Cuando sonaron las campanas del viejo tren
y chirriaron los rieles
me agarré de las columnas y de las paredes:
en ese tren,
y por esos rieles,
se me iba el sentimiento.
Tito Augusto Bustos Roa (31-08-1998)