Mi Primera Clase de Bachata
Casi siempre escribo aquí sobre política, pero hay semanas en las que pasan cosas en mi vida que me inspiran todavía más. La que acaba de pasar fue una de esas semanas.
El domingo pasado, con la intención de crear nuevas conexiones neuronales —necesarias para una vida más saludable— participé en una clase de baile de bachata. Era mi primera vez.
Soy colombiana; crecí bailando, como una parte cotidiana de la vida. Nunca tomé clases de baile, pero soy capaz de bailar cualquier ritmo: desde cumbia, salsa y vallenato, hasta bachata y champeta. Sin embargo, hay pasos de salsa, de bachata y de champeta que no me sé, porque pertenecen a una práctica más profesionalizada de esos ritmos, que me interesa aprender, sobre todo por lo que les decía de las conexiones neuronales. Bueno, y también porque no me gustan los gimnasios y, a mi edad, es bueno que practique algún deporte. Hagamos de cuenta, para conveniencia de quien escribe, que el baile es un deporte.
El caso es que el domingo pasado, cuando llegué a esa clase de baile, me sentí rara tratando de seguir los pasos de mis parejos. “Qué íntimo es bailar con alguien”, pensé. Tomarse de las manos, respirar mutuamente tan de cerca, juntar los cuerpos… ¿Cómo lo hacíamos, me pregunté, cuando éramos pequeños en las fiestas, sin sentirnos invadidos? Eso fue lo que sentí en esa clase de bachata del domingo.
Entonces recordé que bailábamos con familiares o con amigos, a quienes conocíamos bien y a quienes estábamos acostumbrados; o con personas que nos gustaban. No con un extraño puesto frente a nosotros sin mayor introducción.
Una de mis amigas, venezolana, no soportó la prueba. Para bailar así, prefería sentarse en el bar del sitio donde estábamos; tomar un trago y escribirle a algún familiar o amigo. No lo sé.
A pesar de la rareza, yo decidí continuar con la clase, y la volveré a tomar. Estoy convencida de que construir nuevas conexiones neuronales —las que se crean con los nuevos pasos de bachata— es más importante en este momento de mi vida, que la incomodidad que me pueda crear.
Adenda: cada vez que aprendemos algo nuevo, creamos nuevas conexiones neuronales; esas nuevas conexiones son como nuevos caminos internos por los cuales atravesar pérdidas, tristezas o momentos difíciles.
