Normalizando la delincuencia

La noticia que descubrimos este fin de semana a través de los medios de comunicación sobre Andrés Ricci, es inconcebible. Que un asesino condenado tenga la posibilidad de expresarse abiertamente a través de una plataforma de acceso abierto como YouTube, es de las decisiones más absurdas que ha tomado la justicia, sobre todo cuando su principal tema será, según se sabe, la mujer a la que asesinó.
Esto, claramente, es una manera de sacarle partido al delito y hasta de monetizarlo. No puede ser posible que a la justicia le parezca razonable que un asesino tenga derecho a expresarse abiertamente y sin filtro, sobre el daño que causó y sobre la mujer a la que asesinó. ¿Acaso se le olvida al juez que autorizó esta locura, que Luz Mery Tristán tiene hijos, familia o incluso, que su memoria merece ser respetada?
Andrés Ricci tuvo la oportunidad de decir lo que considerara pertinente en el juicio, de explicar lo necesario y de demostrar su inocencia ante un juez. Si no lo hizo o no fue eficiente, la puerta de la comunicación abierta debe cerrarse, porque fue condenado. Y esa condena debe ir de la mano con su silencio, mientras reflexiona en un centro penitenciario sobre lo que hizo y el daño que causó.
Pero nos estamos acostumbrando a normalizar la delincuencia y se está saliendo de control, lo que me deja una inquietud, ¿Ricci es el único recluso que tiene derecho a la expresión libre? ¿Será el único que querrá convertirse o comportarse como influenciador? Seguramente no, por lo que no tiene nada de raro que debamos prepararnos para, desde ahora, escuchar a diversos delincuentes justificando sus actuaciones en redes sociales, revictimizando a aquellos a quienes afectaron y buscando cambiar la realidad de lo sucedido.
¿Por qué será que, como sociedad, somos incapaces de proteger a las víctimas y acostumbramos darle vía libre a los victimarios para que continúen haciendo daño? No tiene ningún sentido que esto ocurra cuando hemos priorizado el feminicidio sobre cualquier otro tipo de delitos, pero no priorizamos a la víctima o a las víctimas, porque no podemos desconocer que las familias también se afectan con estos desafortunados hechos.
Estamos en la época de la mujer, donde buscamos que el género se priorice incluso sobre el conocimiento o la capacidad, pero la realidad, es que somos incapaces de priorizar sus derechos, a pesar de que la ley o la justicia se los otorgan
Lo único que nos queda es esperar que nadie vea al señor Ricci, que su interés de sacar partido a ventaja de esta situación, quede sin eco. Aunque, debo confesar que, de acuerdo con lo que somos como sociedad, ese canal podrá llegar a ser uno de los más vistos al menos, en el suroccidente colombiano. Espero equivocarme.




