OFELIA
Conocía a Ofelia en una taberna,
lloraba amargamente
la pérdida de su familia.
Había perdido a sus hijos
Y también a su marido.
El único culpable de esta miseria
y me tiro a la cara un trago de aguardiente.
Con mi pañuelo me sequé la cara
y también enjuagué sus lágrimas.
La piel de Ofelia era trigueña
de nariz bien aguileña.
Era una hembra bien formada
que en sus tiempos de colegiala
tuvo que haber conseguido
sus buenos galanes.
Tímidamente le pregunté cómo se llamaba
y ella me contestó: Ofelia la Olvidada
Y como seguía llorando
volví a enjuagarle sus lágrimas.
Eres un ángel me dijo:
el que se me acerca
llega con las intenciones
de acariciarme el rabo.
Ofelia le ofrezco un trato,
a mime llaman el “Animal Salvaje”.
Sellemos un pacto
entre Ofelia y el Animal Salvaje.
Ofelia abandonará para siempre
sus adicciones al aguardiente
y el Animal Salvaje en adelante
será su verdadero amigo.
Chócala me dijo
y hasta el día de hoy
el pacto se ha cumplido.
Hace tiempos la perdí de vista.
Me cuentan mis amigos
que Ofelia recuperó a sus hijos
y se reconcilió con su marido.
Tito Augusto Bustos Roa (15-05-2024)