Pizza City: la historia detrás del legado de Slay Pizza
Cada pizzería tiene su fórmula y no todas las pizzas son iguales. Si bien es cierto que todas tienen aspectos en común que las relacionan entre si como pizza, cada una tiene su toque característico que la diferencia de las demás.
En este orden de ideas, hay pizzerías que tienen identidad, y en las que solo basta una mordida a una porción para reconocer de dónde viene. La crocancia y grosor de su masa, lo sazonado o ahumado del horneado, los condimentos y lo jugoso del queso y la carne, que hacen cerrar los ojos y reconocer sin mirar una fórmula única. Este es el caso de Pizza City Ibagué.
A simple vista podría parecer una pizzería más, si solo se tiene en cuenta su existencia desde lejos, pero para quienes han tenido la oportunidad de ir más allá, acercarse y tener la experiencia de probarla, Pizza City se convierte en el baluarte que mantiene vivo un legado y una tradición gastronómica en la ciudad de Ibagué.
Quizás los que ya tienen o se acercan a los 30 años o más, recuerdan la existencia de Slay Pizza, una de las pizzerías pioneras en la capital musical de Colombia hace décadas, ubicada cerca a la Universidad del Tolima, y cuya fórmula exitosa y de notable sabor no se ha ido de las calles ibaguereñas.
Pero, ¿De dónde surgió Slay?, ¿Cómo llegó a Ibagué una formula de pizza que terminó grabada en la memoria de sus habitantes?, ¿Cómo un hombre trabajador de origen campesino transformó su conocimiento de panaderías en un negocio que dio sustento a su familia y buena comida a los Ibaguereños?.
Angelica María Díaz, hija de José Reinaldo Díaz y actual administradora de Pizza City, compartió en exclusiva con Tolima Online la historia, origen y significado de la fórmula de Slay Pizza, que hoy vive en Pizza City.
El origen
Jose Reinaldo Díaz nació en Ibagué. Sus primeros empleos fueron como domiciliario de panaderías, dónde poco a poco fue conociendo algunos aspectos relacionados con los productos horneados.
Este conocimiento y el ánimo de salir adelante lo llevaron a que su primer negocio fuera relacionado con las pizzas, a pesar de no tener un lugar fijo para emprender.
Dios lo situó en Bogotá en el año 1984 y allí comenzó por primera vez a vender pizzas. Lo hacía en un carrito en la zona aledaña a la Universidad Católica, por la calle 53 y en la localidad de Chapinero.
Reinaldo y Ana Judith Gutiérrez, quien más adelante se convertiría en la madre de sus hijos, emprendieron juntos su venta ambulante de pizza en Bogotá y dieron rienda suelta a una fórmula que fueron perfeccionando.
“Ellos tenían un carrito de pizza, terminando la década de los 80 y comenzando la de los 90, la gente no podía vender en la calle, pero aún así ellos lo hacían y les iba muy bien”, recuerda Angélica María.
Sin embargo, una complicación en la salud de Angélica casi recién nacida, movió a la familia de regreso a Ibagué en 1997. “Yo era muy pequeña, de brazos, y en ese momento por un tema mío de salud mi papá toma la decisión de regresar a Ibagué“, contó.
Regresar no es fracasar
Reinaldo y Ana Judith tenían un negocio con éxito cada vez mayor en Bogotá. La decisión del regreso planteaba un nuevo escenario de duda e incertidumbre.
Inicialmente, José Reinaldo regresó solo para probar una semana y medir el nivel de acogida que tendría la pizzería en Ibagué.
Ante la evidencia de las altas ventas, tomaron la decisión de trasladarse definitivamente.
Angelica María y su hermano José David crecieron en el barrio Santa Helena, durmiendo en el carrito pizzero de sus padres con el calor de las bandejas y la adrenalina propia de las cuadras aledañas a la Universidad del Tolima y el estadio Murillo Toro.
Del carrito al local
Solo bastó un poco más de un año para que Slay pasará de ser un carrito a tener un local. “Mi papá es un visionario y mi mamá es excelente administrando la plata. A mí papá siempre le han gustado las cosas en grande. Él vio la oportunidad del local ahí en la esquina y ahí se lo arrendaron”.
Justamente se trataba del local esquinero aledaño a la Universidad del Tolima, dónde se consolidó, esparció y se hizo tradición el sueño de Slay Pizza.
Caerse para aprender a levantarse
El negocio comenzó a crecer con una velocidad que terminó sorprendiendo a la familia, cuyo fuerte era la receta de la pizza, pero no la administración de una empresa creciente.
El talento de su mamá para administrar el dinero se vio superado por el desconocimiento en ciertas áreas de todo lo que implica tener una empresa.
Angelica explica que algunos errores en el manejo del dinero, así como el cambio de régimen, que implicó mayores responsabilidades en materia de impuestos para el negocio, lo terminó ahogando “la pizzería se vino a pique”, explicó.
Luego de siete años, en el 2003 una declaración de quiebra y un regreso a Bogotá parecían marcar el final, pero en realidad se trataba de una transformación; un aprendizaje que más adelante daría a luz a un nuevo proyecto con la misma formula de sabor.
Un equipo llamado familia
La vida es más llevadera cuando se trabaja en equipo, más aún con amigos y más aún con la familia. José Reinaldo lideraba, pero contó siempre con el apoyo de Ana Judith, quien según Angélica es una de las grandes responsables del sabor, e incluso de las decisiones económicas del negocio.
“Mi mamá es experta en cocina brutalmente y además tiene la especialidad de extender el último peso”, explica con orgullo Angélica.
La familia la completan María de los Angeles, hermana mayor de Angélica, que se desempeña como ingeniera, y José David, el hermano del medio que es DJ Productor. Mientras tanto, Angélica se encarga de la administración de los locales.
“En Bogotá llegamos a sobrevivir, al barrio Santa Isabel, mis papás vendieron todo acá y llegamos pensando que se podía volver a intentar un negocio. Se intentó y no se pudo“, relató Angélica.
José Reinaldo hizo turnos en la pizzería de un joven que recién surgía. Con su amplia experiencia en esa preparación le enseñó a muchas personas a hacer pizza.
Mientras José Reinaldo hacia turnos, María de los Angeles, la hermana mayor, con apenas 15 años, atendía las mesas de la misma pizzería y con eso la familia logró sobrevivir en Bogotá.
Mientras tanto, Ana Judith comenzó a vender pulpa de avena y buñuelos en la calle. En palabras de Angélica “fue pasar de tenerlo absolutamente todo a mirar qué hay para comer mañana”.
“Fue muy duro, pero admiro de mis papás profundamente el no creerse una víctima del proceso sino bregar a ver cómo construir otra vez“, agregó.
Con venta de empanadas y pulpa de avena, Ana Judith sostuvo la pensión de los colegios de sus hijos, mientras Jose Reinaldo manejó taxi varios años y después Uber.
En Bogotá fueron 17 años de intentarlo, cerca de siete locales que comenzaron pero no lograron sostenerse.
Venta de arroz chino, buñuelos y pizza que dieron para el sustento, pero no para mucho más.
Un regreso inesperado
Un día, cuando Reinaldo estuvo en Ibagué para el entierro de un sobrino, pasó por el local en el que un día estuvo Slay Pizza y le llamó la atención verlo vacío.
Casi que por curiosidad, al día siguiente preguntó que había ocurrido con el local y al encontrarse con una de las propietarias decidió preguntar si era posible volver a poner la pizzería.
Los propietarios estuvieron de acuerdo y se abrió de par en par la ventana de la ilusión para regresar al local que le había dado a la familia Díaz su época dorada.
Entre todos corrieron para conseguir dinero y poder comprar horno, mesón y muebles. Finalmente el 17 de septiembre del 2015 nació Pizza City, como un negocio hijo de lo que un día fue Slay, manteniendo vivo el legado y reconquistando paladares con la misma fórmula.
Con la pandemia en el 2020 vinieron los cierres y con los cierres los domicilios. Este fue el medio para que Pizza City llegara a redes sociales y a los hogares de más Ibaguereños.
Desde entonces el crecimiento fue exponencial y se hizo necesaria la apertura de otro local, el de la avenida Guabinal, los Multifamiliares.
Hoy en día, además de la pizzería, Ana Judith, la madre de la familia administra las empanadas ‘Las Carnudas’.
Entre ambos negocios, la familia da empleo a cerca de 15 personas, con nómina y las prestaciones sociales correspondientes. Pero más allá de eso, Pizza City es la materialización del fruto de la perseverancia, la lucha y el amor. En cada bocado, está el suculento sabor de una fórmula, es la formula del esfuerzo.
Por: Juan Manuel Capera Barrero
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