Un año de pandemia
El viernes 6 de marzo de 2020, hace un año, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, anunció el primer caso de coronavirus en Colombia. Una joven de 19 años, recién llegada de Italia, fue atendida en la Fundación Santafé de Bogotá. Alguna importancia le dimos a la noticia, pero en nuestra casa seguíamos mucho más pendientes del grado de economista de mi hija Valeria, que iba a celebrarse 7 días más tarde, en la Universidad Javeriana de Bogotá.
A pesar de la preocupación que comenzaba a darse en Colombia por el nuevo virus que llevaba algo menos de 3 meses de descubierto, las cifras mundiales eran todavía pequeñas, vistas desde hoy. A nivel mundial se habían producido 110.000 casos, de los cuales permanecían activos 49.000. En todo el planeta habían muerto 3500 personas a consecuencia de la nueva enfermedad, que ya empezaba a denominarse como Covid-19.
El lunes 9 de marzo hubo catástrofe en las bolsas mundiales y el dólar llegó a $3800. Ya se veía que el pánico llegaba a los mercados financieros, comenzamos a pensar en que era inminente la llegada de la epidemia a nuestro país. Pero todavía era muy poca la alerta en las autoridades, no había ni siquiera una recomendación general de aislamiento. Se comenzaba apenas a hablar del lavado de manos como medida de prevención.
El martes 10 nos llegaron los primeros golpes. Mi primo Juan Carlos González moría en Medellín, después de luchar dos años contra un agresivo cáncer. Esa tarde, en medio de una impresionante granizada en Bogotá, nos llegó la noticia de la suspensión de la ceremonia del grado de Valeria, pues en la Javeriana se iban a reunir 9000 personas a lo largo del día viernes 13, en varias ceremonias de grado. Otras universidades hicieron lo mismo, generando todo tipo de reacciones entre los estudiantes. Mi hermano Juan Manuel y su esposa quedaron aislados en Bogotá, puesto que una persona que los alojaba en Bogotá había estado en una comida junto a un español que resultó positivo en una prueba el lunes 9.
El miércoles 11 de marzo se decretó aislamiento preventivo para viajeros de China, Italia, España y Francia. El presidente Duque decretó esa misma noche la emergencia sanitaria nacional, prohibiendo reuniones de más de 500 personas. La tarde del jueves 12 hicimos mercado de previsión de aislamiento, como granos, cereales, atún, jabones, etc., tratando de no exagerar. A través de Facebook Marketplace contacté esa noche a vendedores de gel antibacterial, aerosoles y toallas desinfectantes, para entregas en el fin de semana, que pensábamos podía ser el último normal hasta comienzos de mayo. Ya no había ninguno de esos elementos en los supermercados de Bogotá.
El jueves 19 de marzo, 125.000 carros salieron de Bogotá, algunos de puente y muchos otros que querían salir de la gran ciudad en esos días complicados. Parecía que se trataba de muchos inconscientes que todavía querían salir de paseo, pero el tiempo demostró que solo una pequeña parte de esos viajeros regresó después de los 4 días decretados por la alcaldesa. Dentro de esos viajeros estaban mi hijo, su esposa y nuestra nieta, que salieron para Medellín y solo volverían a Bogotá 7 meses después. Igualmente dentro de los viajeros estaban mi hermano Juan Manuel, su esposa y mi sobrino. El jueves habían recibido la noticia de que el test del pariente había resultado negativo y que podían salir del aislamiento preventivo. Con las horas contadas y con el cierre de Bogotá anunciado, corrieron como locos para salir de la ciudad. En un alucinante viaje de más de 7 horas, con carreteras llenas y gente muy nerviosa, llegaron a Ibagué cerca de la medianoche, encontrando una ciudad en pleno toque de queda. De nada valieron las explicaciones y las historias, recibieron una multa cercana al millón de pesos por violar el toque de queda local. Pero pudieron llegar a su casa en la madrugada, para quedar aislados desde el viernes 20 de marzo.
El puente festivo de San José fue el experimento para ver cómo podía funcionar Bogotá en medio de un aislamiento general. En medio del puente el presidente Duque decretó 19 días de aislamiento general en Colombia y el cierre del país al mundo. Dura medida, que en aquel momento me golpeó muy fuerte. Una cosa era imaginar el encierro, otra cosa vivirlo y asimilar las medidas y sus efectos. Es claro que muchísimas personas, a lo largo de la historia de la humanidad, han pasado por las experiencias de encierros forzados, pero fue muy impactante vivirlo y saber que las consecuencias sociales y económicas iban a ser durísimas. Solo volveríamos a salir de nuestra casa en el mes de septiembre de 2020. 6 meses duramos sin pisar la calle, sin ver físicamente a nuestros hijos, nietos, madres ni al resto de la numerosa familia que tenemos.
A final del mes de marzo muchas empresas cerraron sus puertas, ante la imposibilidad de atender a sus clientes. Marcas famosas como Arturo Calle, Crepes & Waffles, Cine Colombia marcaban la pauta y los titulares de prensa. Junto a ellos, miles de pequeñas empresas también cerraban, en una impresionante mortandad empresarial que todavía sigue creciendo, un año después del comienzo de la pandemia.
En abril 7, apareció una luz de esperanza en el horizonte bogotano. Ayudado por la ausencia de carros y la disminución de la contaminación, el cielo bogotano permitió ver una gran maravilla. En todo su esplendor, vimos el Nevado del Tolima, a más de 200 kilómetros de distancia de la capital. Tomé aquel día una serie de fotos, incluyendo una donde sale la bandera que habíamos colgado en nuestro balcón. En la foto se aprecian varios símbolos de comienzos de la pandemia: la bandera que estaba en muchas viviendas colombianas, el centro comercial Unicentro cerrado, el Aeropuerto El Dorado sin vuelos. El post donde se publicó aquella foto se hizo viral y recibió miles de visitas aquella semana de aislamiento nacional. Se las comparto nuevamente en esta crónica.
En Ibagué, también con las calles casi sin gente, mi amigo de Facebook Floriberto Cardona conseguía una imagen estremecedora del Parque Murillo Toro, en el centro de nuestra ciudad. Miles de palomas aprovechaban la ausencia de personas para apoderarse de nuestro histórico parque.
SITUACIÓN A JUNIO DE 2020
A junio 30 de 2020, la pandemia ya había alcanzado a 11 millones de personas, causando 530.000 muertes. En Colombia las cifras ya llegaban a 100.000 casos y 3500 muertes, pero todavía no se había producido el llamado pico, supuestamente las autoridades se preparaban para crecer las UCIs y prevenir un gran número de muertes, como se había dado en otros países.
El 21 de junio el presidente Duque, en una de las primeras medidas de emergencia económica, decretó un Día sin IVA, para estimular al comercio. Mi opinión en ese momento era que iba a ser un día muy normal, pues las cifras económicas eran aterradoras y la afectación de los hogares era muy grande, especialmente en los estratos bajos. Sucedió todo lo contrario: Decenas de miles de personas abarrotaron los almacenes de electrodomésticos, a tal punto que los guardas y policías eran insuficientes para contener las multitudes. Más desconcertante aún, las fotos y los post en redes sociales mostraban que la gran mayoría de compradores eran personas de clase media y baja. La alcaldía de Bogotá debió cerrar almacenes por aglomeraciones, no en Unicentro ni en zonas del norte de Bogotá, sino en sectores muy populares de la ciudad, como Venecia, Suba y San Victorino.
Un par de fotos de prensa de ese día resume muy gráficamente lo que pasó: Una pareja avanza por un sector popular de Ibagué en una moto, llevando como pueden un gigantesco televisor LG. En Bogotá, en la zona de Venecia, los compradores arrasaron con las existencias de televisores de un gran almacén.
1400 millones de dólares se transaron aquel primer Día sin IVA, en un frenesí de compras que, aún hoy, no logro entender. Todo esto, mientras las cifras económicas mostraban que 7 millones de colombianos podrían volver a la pobreza, como consecuencia de la pandemia. Impresionante contradicción.
SEPTIEMBRE DE 2020
En septiembre 30 los casos a nivel mundial ya llegaban a 35 millones y las muertes a un millón, con crecimientos de 3.3X y 2X, frente a junio. Pero en Colombia, impulsados por aquel Día sin IVA y la necesidad de muchas personas de romper el aislamiento, llegamos a 830.000 casos y 26.000 muertes, con crecimientos de 8.3X y 7.4X, mucho más altos que el promedio mundial. En agosto estuvo a punto de colapsar el sistema hospitalario y los crematorios de las ciudades más grandes.
A finales de agosto las cifras comenzaron a bajar y se relajaron un poco las medidas de aislamiento. Las carreteras comenzaron a abrirse nuevamente. A nivel familiar, después de 6 meses de aislamiento, decidimos viajar a visitar a mi suegra, que llevaba 6 meses en Anapoima. Pasamos por el molesto proceso de hacer las pruebas del coronavirus y cuando salieron negativas tomamos nuestro carro y salimos de viaje.
Pasar por Bogotá en aquellos días de septiembre de 2020 fue triste y sombrío. Pocos carros, muchos locales cerrados, zonas enteras del occidente de la ciudad con signos evidentes de recesión. En la carretera, todos los restaurantes cerrados, las estaciones de gasolina desiertas, con muy poco movimiento. Anapoima se veía algo más normal, con muy pocos casos de Covid19, pudimos asistir a misa después de muchos meses. Estuvimos algo menos de una semana, apreciando la belleza del campo, la tranquilidad de alejarse de una gran ciudad, disfrutar de una piscina. Suena una cosa menor, pero se ha encontrado que, a nivel mundial, una de las grandes tendencias va a ser el traslado de muchas personas a ciudades pequeñas y a fincas, aprovechando el gran impulso del teletrabajo y las conexiones de internet. Una oportunidad para Ibagué y para el Tolima.
DICIEMBRE DE 2020 Y MÁS ALLÁ
En diciembre 31 de 2020 la pandemia alcanzaba a 84 millones de personas, con 1.8 millones de muertes en todo el planeta. Frente a septiembre el crecimiento era de 2.40X y 1,8X. En Colombia llegamos a 1.65 millones de casos y 43000 muertes, con crecimientos de 2X y 1.65X, menos que el promedio mundial. Los segundos picos en Europa, el crecimiento desbordado en Estados Unidos y otros grandes países hicieron que nuestro país saliera algo bien librado en el último trimestre del 2020. Comenzaba ya a hablarse de vacunas en otros países, con la aprobación de las vacunas de Pfizer y otras por la FDA y autoridades europeas.
Sin saberlo nosotros, se libraba una silenciosa gran batalla entre los países por asegurarse el mayor número de dosis. Colombia, pobre y sin experiencia en este tipo de situaciones, quedaba rezagada frente a otros países más previsivos. Israel y Chile lideraron la compra de vacunas, mostrando la gran experiencia de muchos años en negociaciones de comercio internacional.
Muchas familias, entre ellas la nuestra, decidimos reunirnos en diciembre. Un caldo de cultivo muy grande, que tendría consecuencias muy fuertes en enero y febrero de 2021. Viajamos nuevamente a Anapoima, pero ya con visitantes de varios países. Alcanzamos a reunirnos 25 personas en un momento dado, pero cada una de ellas llegó a la finca con prueba previa negativa de Covid19. Salimos ilesos, cosa que no pudieron contar familias con menos suerte.
Viajamos a Ibagué un par de días en enero, encontrando una ciudad normal, muy diferente de aquellas sombrías fotos de comienzos de la pandemia. No sabíamos que en las primeras semanas de enero iban a morir muchos amigos ibaguereños, en una escalada que nos dejó muy tristes. La pandemia se llevó a empresarios, abogados, ejecutivas y gente humilde del Tolima, en una escalada muy difícil de asimilar. En Bogotá, nos volvieron a encerrar durante varias semanas, mientras en el país morían más de 400 personas al día por el Covid-19, en desarrollo de un segundo pico muy agresivo, que llenó las UCIs y los cementerios de nuestro país.
MARZO DE 2021
Pasado un año del comienzo de la pandemia, puede decirse que el efecto sobre la economía mundial ha sido brutal. La peor pandemia en los últimos 100 años ha alcanzado a casi 120 millones de personas y ha causado 2,65 millones de muertes, con las cifras que tenemos a marzo 11 de 2021. En un vertiginoso ascenso, a nivel mundial había 1100 veces más casos que en marzo del 2020 y 750 veces más muertos. En Colombia, llegamos a 2.3 millones de casos, el onceavo país a nivel mundial. Los 61.000 muertos nos sitúan en el puesto doceavo entre todos los países. En muertes por millón, ocupamos el puesto catorce entre las naciones de más de 10 millones de habitantes. Duras cifras, que también se reflejan en un decrecimiento económico cercano al 10%, con un aumento grande del desempleo y con gran mortandad de empresas.
El pico de enero y comienzos de febrero de 2021 fue muy fuerte, con casi 17.000 muertes en Colombia durante estos dos meses. Pero las cifras han bajado, ya el ritmo de muertes cayó a menos de 100 casos diarios, niveles que no teníamos desde hacía muchos meses y que son un respiro muy importante. Las UCIs tienen ahora niveles de ocupación menores al 60%, después de alcanzar el 90% y más a comienzos del año. Las medidas de aislamiento han disminuido y ya hay más conciencia ciudadana sobre la pandemia. Falta ver qué pasará en Semana Santa, que está a la vuelta de la esquina.
A nivel familiar, tuvimos varios casos de Covid-19, afortunadamente sin ningún muerto. El caso particular de mi mamá es el más destacable: con 85 años y una larga historia de enfermedades, incluido cáncer de seno y múltiples fallas cardíacas, Gloria de Niño superó en esta pandemia neumonía, intento de infarto, Covid-19, fractura y posterior reemplazo de cadera, aunados a varias consecuencias derivadas del coronavirus. Solo tenemos admiración por su gran fortaleza y agradecimientos a Dios por cuidarla y mantenerla con nosotros.
El comienzo del segundo año de pandemia tiene luces y sombras. Al cierre de esta crónica, 600.000 personas han podido vacunarse en Colombia, con más de 2.200.000 de dosis ya en territorio colombiano. Falta todavía un gran trecho para llegar a cubrir los 35 millones de habitantes que requieren vacunación, pero el gobierno insiste en que logrará la meta. En economía, se habla de un crecimiento del 5% para este año, pero sigo sin ver las acciones concretas para defender las Pymes y los empresarios independientes. Todavía faltan muchas acciones para que Colombia salga fortalecida de esta dura prueba y que lo haga de tal manera que la desigualdad social y económica se cierre un poco.
Durante este año de crisis, he pasado por altas y bajas. Aficionado a la historia, vivir y escribir bajo una pandemia ha sido una experiencia muy interesante, pero a la vez escalofriante. Tolima Online me abrió sus puertas desde mediados del año pasado y he tratado de contarles a sus lectores muchos episodios de historia chica del Tolima y de Colombia. Espero poder seguir colaborando y aprovechando esa generosidad durante el año 2021.