Yo también – Me Too (#metoo)
Desde hace unas semanas he querido abordar un tema recurrente y doloroso. He estado recordando el movimiento Me Too (movimiento yo también), creado en las redes sociales en el 2017 y viralizado como un #hashtag que pretendía denunciar acoso y agresión sexual y actitudes misóginas (odio y rechazo hacia las mujeres y niñas). El hashtag (#) que se extendió a más de 85 países, ha sido utilizado por millones de personas, incluidos hombres con experiencia de haber sido abusados o acosados. Inició a raíz de las acusaciones contra el productor de cine Harvey Weinstein.
Las noticias sobre el tema hacen parte de la cotidianidad, denuncias estremecedoras de grandes redes de pedofilia, clérigos abusadores, cifras en aumento de abuso sexual infantil…
El acoso y las agresiones sexuales están en todas las industrias, se han dado y se dan en todas las culturas y civilizaciones, esta impunidad ha estado escondida por siglos y cualquier persona indistintamente de su edad y género puede ser afectada. Diferentes clases y presentaciones de abuso, asalto y acoso: imágenes gráficas, exposición de partes corporales, beneficios por un “favor” sexual, mensajes, requerimientos abiertos para sexo, asalto sexual, sexo oral, tocar partes íntimas, reducir el salario de la persona porque no “cooperó”.
Claramente hay poblaciones más vulnerables: niños y mujeres en total estado de indefensión y que casi pasan inadvertidos en la sociedad. Sin embargo, en este crimen más que delito, nada tiene que ver la clase social ni sucede únicamente en familias desestructuradas. En cualquier momento o descuido puede suceder una violación sin que nadie se percate e incluso puede ser un suceso que la persona oculte de por vida.
Hablaré de las mujeres, porque soy una y porque somos las más proclives a extralimitaciones o abusos. Profesores, familiares, amigos, desconocidos o la propia pareja, siempre resulta algún canalla. Constantemente se pronuncia el “piropo” incorrecto, la invitación errónea o actitudes de asedio que invaden el espacio vital. Todas casi sin excepción, nos hemos visto envueltas en situaciones incómodas o hemos sido víctimas de algún tipo de ataque, del comentario desacertado, la mirada impertinente, la mano en el lugar equivocado, chistes sexuales, gestos obscenos, violencia de género o del acto humillante y deshumanizante que es la violación en donde la víctima es invadida, queda a la merced de su opresor y experimenta absoluta indignidad.
Hace varios años en uno de mis empleos en Bogotá tuve un jefe no muy recomendable. Tenía su propio círculo de poder, buena posición social y económica y aparentemente era educado. Ingresé a ese lugar en un enero y para mi cumpleaños en febrero, ya recibía de parte de él un precioso arreglo floral. Bastante raro se me hizo, pero aun sin quererlo y con desconfianza, decidí tomarlo como un detalle de fina coquetería, de bienvenida a la institución y de galantería. Empecé a observarlo y generalmente tenía la mirada en el sitio erróneo o el comentario imprudente en su boca.
Un día quiso llamar altamente mi atención y me preguntó de manera abierta si me combinaban las cortinas con la alfombra (aunque estas no fueron precisamente sus palabras). Para que me entiendan, cuestionó si el color del pelo de mi cabeza combinaba con las otras zonas vellosas de mi cuerpo. Esto me lo preguntó en un lenguaje burdo, soez, directo, desinhibido y con aires de desenfado. Luego llegué a llorar a los brazos de mi madre.
Yo También (me too) me sentí vulnerada, yo también tuve docentes algo atrevidos y no faltó el hombre impertinente que creía ser galante y se iba de deslenguado. Con todo y eso salí bien librada.
Tengo mamá asertiva de la cual no me despegaba y tuve un padre desconfiado, estuve rodeada de amigos protectores, hombres maravillosos y respetuosos y en general de un ambiente seguro y un círculo amable. También tuve algo de malicia y buena intuición. Otras no contaron con tanta suerte y cayeron en manos de algún ruin que abusó de ellas.
Por qué las mujeres no denuncian?
– Miedo: miedo a las consecuencias, a las repercusiones contra ella y su opresor. Miedo a ser etiquetadas, a su seguridad física y a la retaliación. Los opresores muchas veces amenazan sus vidas, sus trabajos y las carreras de sus víctimas porque están en una posición de poder.
– Vergüenza: al sentirnos avergonzados queremos escondernos, hay exposición, esta vergüenza es acumulativa, hace sentir a la persona sin valor ya que su reputación es destruida.
– Culpa.
– Minimizan la situación: no consideran que lo que les pasó fue algo muy serio o así se lo quieren hacer creer a ellas mismas.
– Negación: tratan de olvidar y simulan que nunca pasó. Le restan importancia y se convencen a sí mismas de que no fue algo tan trascendental.
– Desesperanza crónica: porque no tienen el control de lo que sucedió, no hay castigos suficientes, porque hay falta de credibilidad y ayuda, entonces se rinden, aceptan su destino y no buscan asistencia y protección.
– Falta de información.
– Porque en el momento de los hechos estaban drogadas o ebrias y no tienen claridad exacta sobre lo sucedido.
La mala conducta sexual, por llamarla de alguna manera, es el crimen menos reportado y todavía se cree que las mujeres se inventan las historias para obtener atención.
Estos seres depreciables (algunos se las dan de locos) llenos de morbo, maltratan y manosean el cuerpo y el alma llenando de impacto emocional y secuelas en las vidas de las afectadas y sus familias. Son sigilosos vigilantes que se apropian de la palabra y obligan a callar y a guardar el secreto. Chantajean, amenazan, atemorizan.
No existe la esfera del olvido para estos hechos, nopueden quedar en el archivo del recuerdo, no deben estar en el plano de lo oculto. No permitamos más la impunidad estos actos perversos y desenfrenados. Hay que denunciar con valor y no permitir que el miedo les guarde la espalda y las intimidaciones toquen su hombro. No dejen que estos sinvergüenzas sean protegidos por el silencio.
Hay líneas y páginas para pedir ayuda, hay claves también para hacerlo, señales o signos para violencia doméstica o cualquier clase de abuso.
Hace pocas semanas rotó en redes una vídeo llamada de una mujer con una amiga, estaban en una charla cotidiana y una de ellas le dijo que le compartiera una receta, su perpetrador estaba detrás y en un leve descuido ella hizo un movimiento con su mano, levantó la palma y la mostró como si estuviera tratando de detener algo. (diciendo pare), luego formó el número cuatro con su palma y después la cerró. Su amiga entendió inmediatamente.
Esta es una clave de SOS o señal de auxilio eventualmente en alguna otra situación en la que estemos interactuando con alguien, el agresor esté cerca y no podamos expresarlo claramente.
Líneas de atención a las mujeres Colombia:
– Línea Nacional 155
– Policía Nacional 123
– Línea Fiscalía General de la Nación 122, para presentación de denuncias de violencia intrafamiliar, violencias basadas en género y violencia sexual.
– Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), Línea Gratuita Nacional: 018000918080, y 141 Línea de Protección a Niños Niñas y Adolescentes (acoso infantil, escolar, sexual o situaciones que afecten la vida o integridad de una niña o adolescente) WhatsApp: 3202391685, 3208655450 y 3202391320.
– Línea Púrpura en Bogotá: 018000112137, número gratuito desde teléfono fijo o celular. Whatsapp 3007551846.
– En el Tolima 3122706494
– La Procuraduría, alcaldías… tienen links explicativos denominados “ruta de atención integral para víctimas de abuso sexual”.
– Tenga claves familiares con sus hijos y allegados. Algunas veces ellos están ‘atrapados” en una situación de riesgo y por la presión social (estar con sus amigos en una fiesta por ejemplo), no hacen la llamada de auxilio en el momento oportuno. Un mensaje de texto por el celular con una sola palabra clave que sólo ustedes conozcan podría ayudarlos.
En este jueves de volver a lo que fue, lo que es y lo que tristemente siempre será, hay que decir Yo También: yo también hablo, yo también denuncio.