Opinión

¿Cambio o sutiles diferencias?

Nelson Germán Sánchez Pérez -Gersan-

Nelson Germán Sánchez Pérez -Gersan-

A veces no es tan bueno tener la razón y es mejor ser anti chévere y equivocarse como dicen las nuevas generaciones. Pero infortunadamente creo que este no fue el caso al analizar, describir, anticipar y construir los escenarios posibles que tendríamos para esta segunda vuelta de la campaña presidencial en Colombia.

Hemos asistido a un entierro de segunda en las propuestas de los candidatos sobre los temas sensibles, que son importantes para el país: la reforma pensional, reforma tributaria, reforma agraria, reforma al sistema bancario, fortalecimiento a los sistemas de salud y educación, energías renovables, la inseguridad que campea y ronda en todas parte del territorio nacional y el cómo combatir la corrupción y el saqueo al erario público; todos estos abordajes temáticos de parte de los dos candidatos se han limitado y quedado reducidos a meros anuncios publicitarios en medios de comunicación y redes sociales con mucha producción, encuadres, actores y libretos, igual a como se promociona un desodorante para eliminar el mal olor que se expele.

Las escenas a las cuales hemos asistido en estas últimas semanas no podrían ser más horrorosas en uno de los componentes de la democracia, la elección y el cómo tratar de conseguir el voto de los ciudadanos en las urnas.

Por un lado, un candidato que ante preguntas incómodas, necesarias y requeridas frente a su posible conflicto de intereses, de lo que podría mostrar su coherencia política como mandatario nacional ante un tema como la corrupción, precisamente sobre el cual se le está investigando formalmente y se le imputó, simplemente para evadir sale con la actitud esquiva, liviana y pendenciera de que son preguntas estúpidas, que quienes las hacen son petristas o vocifera un chascarillo sin sentido. No señor, lo que se está midiendo y preguntando es su temple, coherencia y profundidad argumentativa frente a un caso que podría involucrarlo de forma directa. Y es función de periodistas y medios hacer preguntas incómodas. Un periodista en funciones es un escéptico bien informado y no un jefe de propaganda o marketing del candidato. Ese tema de la corrupción no tiene nada de viejo y requiere de mucha ingeniería para elaborarlo, por eso es menester abordarlo de frente con quienes pretenden administrarnos la chequera de lo público.

Por el otro lado, acudimos a ver las entrañas de lo que podría ser el ardid de un mañoso y maquiavélico plan casi delincuencial en contra la dignidad de personas, de ideas políticas, de partidos que estaban en la puja presidencial y no se correspondían a los intereses de un Pacto, por lo cual deberían ser casi que exterminados, arrasados de forma violenta actuando contra su buen nombre, su imagen pública e ideas, por el simple hecho de ser contradictores políticos y no estar pactados ahí. Por lo ya ampliamente difundido sobre los “petrovideos” no se puede eludir ese esquema de comportamiento con tufillo casi mafioso, visto en quienes deberían dar ejemplo de conducta y de actuar, a que lo allí dicho es “la infiltración más grande a un partido en América”, cuando, por su puesto, se debe investigar dicha la acción ilegal de grabar conversaciones privadas sin permiso en una campaña, pero igual o más debe hacerse de las directrices de odio y pendencieras que se delinean allí, pues eso no se puede reducir ahora que se hicieron públicas, al infantil: “es estrategia electorera”. No. Unas disculpas públicas sin cortapisas a los colombianos era lo adecuado, con un compromiso de que esa conducta malévola, que casi incita a la destrucción de otros en un país marcado por un comportamiento histórico de violencia y la sangre, no se volvería a repetir ni sería parte de una estrategia de gobierno. Punto. Lo demás sobra.

Y como dije en el columna pasada, tremenda decisión a la que nos enfrentamos el próximo domingo 19 de junio los colombianos, pues ya decidimos el cambio, ahora nos corresponde a cada uno encontrar las sutiles diferencias de ese cambio anhelado entre los aspirantes y sus apoyos, para saber cuál es el que queremos. Concentrarnos, pensar, apelar a la conciencia, taparnos los ojos, la nariz y marcar cualquiera de esos dos rostros, que ya nos han mostrado mucho de lo que realmente son no es tarea fácil, pero hay que hacerlo. Y con el perdón de quienes promueven el voto en blanco, ya tenemos claro que no servirá de nada marcarlo.

Pero bueno, creo que ante esas nuevas verdades y realidades, millones resultaremos inclinando el voto más por la dignidad que han representado y lo que han demostrado ser en la contienda las dos mujeres a la vicepresidencia, que por los candidatos presidenciales propiamente.  Dios nos coja confesados.

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