Cortina de humo
El ingreso de los indígenas de la Minga a Revista Semana es un acto más diciente de lo que parece. Sus intereses personales los hacen precisos y oportunos ‘idiotas útiles’ para el gobierno porque, si lo pensamos bien, ellos no tienen por qué apoyar ninguna de las reformas propuestas, básicamente porque no los afectan. Y no los afectan porque no trabajan, no utilizan nuestro sistema de salud y no pagan impuestos, solo viven del Estado, de los impuestos que todos pagamos.
Y es que esta discusión de las “deudas ancestrales” debemos finalizarla lo antes posible. Nos está haciendo más daño que bien y está sirviendo como caldo de cultivo para que, quienes quieren sacarle partido a la situación, puedan exprimirla hasta el máximo, como los indígenas, quienes se están aprovechando de esa creencia para continuar con la vida que les gusta, sin ejercer ningún tipo de labor productiva para ellos mismos o para el país, como nos corresponde a todos los demás colombianos, quienes enaltecemos nuestro país con trabajo.
No perdamos de vista el interés de los indígenas para apoyar al gobierno: poder seguir con la vida que tienen, por eso es que cumplen las órdenes de quien les provee sustento. No sé por qué acabo de encontrarle similitud a esta situación, con lo que ocurre en las entidades del Estado, donde los contratistas se dedican durante su jornada laboral, a seguirle la cuerda a quien los puso en el puesto, no a cumplir los objetivos de la entidad para la que trabajan. Eso hacen los indígenas: cumplir la orden que da el personaje al que le deben los beneficios que, al menos en justicia y equidad, no merecen.
Es que, si analizamos la situación de la Minga Indígena, esta intromisión en asuntos que no les competen, seguramente tenía un objetivo: ser una densa cortina de humo para que pasaran desapercibidas las declaraciones de Nicolás Petro en la Fiscalía, diciendo “Mi papá sí sabía”, al referirse al ingreso de dineros ilícitos en la campaña presidencial. Esta intervención fue tan oportuna, que le dio tiempo a Nicolás para salir en su cuenta de X, antes Twitter, diciendo “Para obtener esa declaración la Fiscalía me doblegó, moral y físicamente, en un proceder que castiga el Sistema de Derechos Humanos”. Lo extraño es que en los videos de la declaración, Nicolás Petro no se ve constreñido, preocupado, ni siquiera dubitativo, por el contrario, se ve seguro, con una voz clara al hacer sus declaraciones. De hecho, si recordamos el día en que todo esto comenzó, el mismo Nicolás dijo que hacía todo esto por su hijo, ¿será que dejó de pensar en él cuando escribió el trino?
Lo que no podemos hacer nosotros, es pasar de largo por la situación que vivió la libertad de prensa la semana anterior. La diferencia de opiniones y creencias puede darse, pero querer callar las voces contrarias con violencia y disfrazando los verdaderos motivos, suena más a dictadura y corrupción que a una defensa de la verdad. El gobierno tiene sus propios medios, pagados con el dinero de todos los colombianos, podría utilizarlos para contar las historias como quiere que se conozcan, al fin de cuentas, eso acostumbran hacer los presidentes progresistas con sus medios de comunicación. ¿Será acaso, que RTVC no tiene tanta audiencia como Revista Semana, aunque, se supone que la mayoría de los colombianos apoya al gobierno central y debería ver los medios que le siguen y aplauden? Porque algo es claro: la audiencia escoge lo que quiere ver, filtra contenidos con base en sus preferencias y afinidades, así que, si los medios estatales no llegan a la cantidad de personas que quieren llegar o a la misma audiencia a la que llegan los privados, es quizás, porque algo no están haciendo bien y eso es lo que el gobierno central debería evaluar, no condenar a aquellos que no piensen como él.