El nuevo sueño americano: así me vacuné en Estados Unidos
Envuelto en la carrera por la salud propia de esta tercera guerra mundial, humanidad vs Covid; al ser consciente que por mi edad y mis nulos antecedentes de enfermedades crónicas mi turno en la fila estaba aún lejos, entró en consideración la posibilidad de emigrar en busca de lo que todos hablan, lo que muchos esperan; lo que algunos desconfían y a lo que el enemigo actual de la humanidad le teme. En busca de recibir una vacuna contra el SARS – CoV2.
La leyenda sugería que allá en el país de las maravillas, en el gigante de occidente las dosis habían pasado a ser más que suficientes, tanto así que los turistas también eran considerados aptos para recibir el anhelado biológico.
Con algunas dudas y cierto temor, pero dejándolo todo en manos de Dios, en familia se tomó la decisión que yo emprendiera la travesía. Se realizó todo el esfuerzo económico y logístico para que el menor de la casa, el único que faltaba por vacunar, pudiera comprobar en primera persona si la leyenda del paraíso de las vacunas era cierta.
Que había que sacar cita, que no había que hacerlo, que había que demostrar gastos, que no había que hacerlo. Diferentes versiones encontradas nublaban la claridad del nuevo sueño americano. Nubes que únicamente se disiparon al ver que en las redes sociales del aeropuerto internacional de Orlando (igual que en el de Miami) había un punto de vacunación gratis para cualquier persona.
Llegó el día. El vuelo 182 de Avianca salió de Bogotá a las 11 am. Atravesó el continente sin novedades y aterrizó a las 4:00 PM (Hora americana) en el OIA (Aeropuerto Internacional de Orlando).
En la fila 22 junto a mí una familia de bogotanos; padres vacunados, hijas aún no. Después de una corta charla de 10 minutos decidieron que también lo harían al llegar a la Florida.
En cuestión de media hora pasamos migración. Después hay que tomar un monorriel que lleva de las puertas al terminal B. Allí, al bajar de dicho monorriel me encontré con una bandera enorme rojiblanca con 50 estrellas blancas en un fondo azul, la bandera de los Estados Unidos que le da la bienvenida a todos sus visitantes. Al bajar la mirada vi el anhelado letrero aquel con el que había soñado dormido y despierto las últimas dos semanas. “FREE COVID 19 VACCINATIONS”.
Al acercarme y preguntar con un inglés muy básico confirmé en primera persona lo fácil que es el proceso. Me pidieron mi pasaporte, llené el consentimiento informado y escogí la fila de Johnson and Johnson. También había una fila para Pfizer.
En menos de 10 minutos me estaban llamando a la mesa. Una mujer grande, de piel morena y de amabildad desmedida me explicó los efectos secundarios con su ingles nativo mientras alistaba mi dosis y mi jeringa.
Okay… here we go. One, two, tree. En 5 segundos ya mi sangre tenia el biológico de Janssen. Agradecí con todo mi corazón a la mujer, pero sobretodo al Dios todopoderoso que me llevó de su mano hasta ese punto. Que me dio sin merecimiento el regalo de vivir y cumplir el nuevo sueño americano.
En los próximos días volveré a mi Colombia, a mi Ibagué que hoy pasa por momentos difíciles por cuenta del virus; veré nuevamente el contraste.
En Colombia las dosis disponibles no alcanzan para satisfacer las filas de personas que desean dar ese paso. En Estados Unidos estos puntos de vacunación parecen algo más de la rutina, las dosis sobran y la gente ya no quiere vacunarse más.
Doy gracias al Dios de la vida, que me ha guardado a mí y a mi familia durante mas de un año, que me permite recibir este regalo. A usted que lee esto, lo invito y le insisto, Si lo esta pensando, si tiene la posibilidad, no lo dude. Busque el nuevo sueño americano, porque a finales de junio del 2021, puedo decirle que es real.