El Papa León XIV preside el juramento de los nuevos Guardias Suizos, un gesto inédito desde Pablo VI
El Patio de San Dámaso del Vaticano se vistió de gala este 4 de octubre para una ceremonia histórica: el juramento de 27 nuevos reclutas de la Guardia Suiza Pontificia, en presencia del Papa León XIV, quien no asistía a este acto desde que lo hiciera Pablo VI, hace ya varias décadas.
El evento, cargado de simbolismo y solemnidad, coincidió con la festividad de San Francisco de Asís, a quien el comandante del cuerpo, coronel Christoph Graf, evocó como ejemplo de verdadera grandeza “no en la riqueza ni el poder, sino en la humildad y el amor por todas las criaturas”.
Vestidos con su imponente uniforme de Gran Gala, incluyendo armadura completa, los nuevos alabarderos desfilaron con paso lento por el patio. El comandante rindió homenaje al Papa y agradeció su presencia. Representantes del Gobierno suizo, como la presidenta Karin Keller-Sutter y otros altos funcionarios civiles y militares, acompañaron la ceremonia junto a familiares, antiguos guardias y autoridades eclesiásticas.
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El momento central llegó con la lectura del juramento por parte del capellán del cuerpo, seguido por la fórmula que cada recluta repitió con solemnidad al ser llamado por el sargento mayor. Frente a la bandera del cuerpo, los nuevos guardias pronunciaron:
“Juro servir fiel, leal y honorablemente al Sumo Pontífice León XIV y a sus legítimos sucesores… ¡Que Dios y nuestros Santos Patronos me asistan!”
El acto concluyó con la entonación de los himnos del Vaticano y de Suiza, seguido de un breve concierto de la banda de la Guardia Suiza.
El Papa León XIV, visiblemente emocionado, dirigió unas palabras de agradecimiento:
“Esta es una ceremonia hermosa. Gracias por este testimonio tan importante en el mundo de hoy. Nos recuerda el valor de la disciplina, del sacrificio y de una fe viva que inspira a los jóvenes a pensar en los demás y a dar la vida al servicio”.
Con esta participación especial del Pontífice, la Guardia Suiza refuerza no solo su tradición, sino también su relevancia como símbolo de compromiso, fe y servicio a la Iglesia.





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