Opinión

El Pastorcito Mentiroso y las Promesas Incumplidas de Petro

Juan David Rincón Galindo

Juan David Rincón Galindo

Comunicador Social y Periodista
Especialista en Periodismo Deportivo
Socio ACORD – Tolima
Director Tolima Online

La fábula del pastorcito mentiroso nos deja una lección imperecedera: la confianza se construye con acciones y se destruye con mentiras. Este cuento, donde un joven pastor repetidamente engaña a los aldeanos gritando “¡El lobo!” sin que haya peligro, encuentra un paralelismo inquietante en la realidad política colombiana con las promesas de campaña de Gustavo Petro.

Durante su campaña presidencial, Petro prometió no convocar una Asamblea Constituyente. Sin embargo, una vez en el poder, este compromiso quedó en el aire, generando dudas y desconfianza. Al igual que el pastorcito, que al final fue ignorado cuando el lobo realmente apareció, Petro enfrenta una creciente incredulidad entre quienes lo apoyaron.

Otra promesa resonante fue la lucha contra la corrupción. Petro aseguró “cero corrupción”, pero la realidad muestra una burocracia cada vez más inflada y opaca. Los escándalos y las malas prácticas continúan socavando la confianza en su administración. Este incumplimiento recuerda a los repetidos falsos avisos del pastorcito, que socavan la credibilidad y el respaldo popular.

La promesa de la “Paz Total” también se ha quedado corta. La violencia y los conflictos persisten, y las negociaciones con diversos grupos armados no han logrado el impacto esperado. Los ciudadanos, cansados de falsas esperanzas, comienzan a ver estas promesas como meras tácticas para ganar apoyo, similar a los engaños del pastorcito.

La lección de la fábula es clara: la repetida falta de cumplimiento de promesas mina la confianza y, eventualmente, lleva al aislamiento y la desilusión. Petro, como el pastorcito, debe recordar que la confianza del pueblo no es un recurso infinito. La integridad y la acción coherente son esenciales para mantener el apoyo y la credibilidad.

En política, como en la vida, las promesas incumplidas tienen un alto costo. Es fundamental que nuestros líderes actúen con honestidad y responsabilidad, para que no terminen como el pastorcito, solos y sin credibilidad cuando más lo necesitan.

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