Historias

El suicidio en adolescentes y jóvenes

Martha Lucía Barbieri

Martha Lucía Barbieri

Comunicadora Social -Yo soy la que soy –

Desde 2003 la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio en conjunto con la OMS, han promovido cada 10 de septiembre el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. 

Las estadísticas solo suben, el suicidio suma muertes y en algunos países no es tratado como lo es: un problema de salud pública mundial. Se incrementa en adolescentes y jóvenes, muchos de ellos no recibieron tratamiento, principalmente porque minimizan la situación – ya sean ellos o sus familias –, no tienen medios económicos o logísticos para asistir a una terapia o no creen en ese tipo de tratamiento.

Esta generación de baja tolerancia a la frustración y al fracaso, de hijos frágiles y padres blandos, en donde se ha querido ¨proteger¨ más a los hijos, y en donde posiblemente se les transmiten más miedos, hay que estar atentos y tener herramientas para identificar cómo un adolescente puede llegar a tomar la decisión de suicidarse.

Lo primero que hay que conocer el que el suicidio se puede prevenir: se previene inicialmente de manera retrospectiva, es decir, muchas veces es un dolor que viene desde la temprana infancia, situaciones de tiempo atrás y en las que no necesariamente existía infelicidad o se presentó trauma en la persona. Simplemente pequeñas cotidianidades que a algunos niños los lastiman y marcan más causando malestar. Estar atentos, observar comportamientos inusuales que llamen la atención pueden llevar a consultar y pedir ayuda de manera temprana. Mantenerlos ocupados y atenderlos de la misma manera que se atendería una enfermedad física en caso de percibir alguna alerta. También se puede evitar observando señales que pueden llevar a conseguir ayuda oportuna. Según los expertos el suicidio se puede prevenir hasta en un 90%.

Hay personas con mayor riesgo de suicidio y hay señales sutiles y otras extremas, generalmente se da algún signo de alarma, algunos niños o jóvenes son más sensibles a nivel emocional o físico. Hay que estar vigilante si manifiestan ideas como no querer crecer, sentirse vacío, hablar de la muerte, realizar actividades peligrosas, si se afectan demasiado por variaciones en su entorno como cambiar de ciudad, colegio o casa, si muestran cambios en sus calificaciones, patrones de sueño o alimentación y si hay pérdida de interés por cosas que antes les gustaban o simplemente se dejan de arreglar o si no está muy bien definida su identidad sexual. Cambios drásticos en su aspecto físico y regalar las cosas por las cuales sentían algún tipo de apego pueden ser alertas también. Las pérdidas y rupturas sentimentales son posibles detonantes de una crisis. Observe si hay tristeza generalizada o letargo, si son capaces de verbalizar o no. Casos más graves en los que se presenta o se han presentado factores de riesgo como violencia, rechazo, bulllying, adicciones, tocamiento, abuso o autolesiones pueden llevar a la decisión de quitarse la vida. Las adicciones a drogas son especialmente peligrosas porque su efecto hace que se atrevan más, no piensan claramente y distorsionan la realidad.

En cuanto a las terapias: la terapia del amor siempre va a funcionar, sin embargo, debe ir de la mano de un acompañamiento profesional y una red de apoyo. Hay que procurar que sea diagnosticado correctamente, si su hijo no quiere ir a terapia vaya usted, la participación de la familia como sistema es indispensable. Con el tiempo va cambiando la manera de llevar el tratamiento, antes el psicoterapeuta era una figura de autoridad, ahora se necesita una conexión segura para que haya mejoría, un vínculo de confianza y apego con el tratante.

Es función de los padres: documentarse, informarse, estar atentos. Como padre no se es culpable pero sí se es responsable de los hijos. Padres muy distraídos en sus propios asuntos pueden no notar lo que está ocurriendo. Es responsabilidad de los padres hacer de la casa un lugar en donde exista el apego seguro.  Escuchar atentos cuando quieren hablar, sin juzgar y sin prevención, los padres tienden a dar el consejo sin escuchar bien. Es deber de los padres no minimizar los sentimientos y emociones, dar amor y apoyo incondicional, tratar de entender el sufrimiento y de esta manera validar lo que están sintiendo. Muchas veces el problema está en el entorno.

Entre lo que no se debe hacer está comparar sufrimientos, ninguna razón o emoción es más o menos valida que la otra: alguien puede sentir dolor porque subió de peso, otro joven porque terminó una relación. No tiene que suceder algo catastrófico para que una persona tome la decisión de quitarse la vida, tampoco tener una enfermedad mental de base.

Aunque los jóvenes de ahora hacen cosas menos arriesgadas que los de antes, lidian con otros problemas. La vitrina de las redes sociales hace que estén expuestos y vean a todo el mundo en todas partes, esto en una etapa vulnerable como la adolescencia en donde se quiere pertenecer, encajar y agradar hace que se sienta más presión y exigencia. Actualmente no hay preocupación menor, pueden ser cosas simples y triviales de la vida diaria, banalidades que hacen que sientan que la vida de los demás es mejor que la de ellos o que no pueden con su propia vida.

Lo que ellos sienten muchas veces es ansiedad social y esto les causa profundo sufrimiento. A algunos les cuesta trabajo ir al colegio, pedir domicilios, asistir a un lugar público…puede que crean que no tienen la capacidad de hacer amigos, aunque manifiestan quererlos. Unos adolescentes sienten enamoramiento con más facilidad o es más doloroso para ellos por ejemplo perder un partido deportivo o un test escolar, otros se deprimen como una manera de obtener algo porque sienten que no se están satisfaciendo sus necesidades. Algunos otros cuando ayudan y se sienten útiles empiezan a mostrar mejoría.

Estos adolescentes muchas veces tienen miedo de contar su pensamiento suicida porque temen ser internados en una clínica psiquiátrica, tienen temor a ser juzgados y a no ser entendidos y escuchados. Pueden llegar a un punto de desaliento y no retorno y presentar brotes psicóticos. Un brote psicótico es la ruptura de la realidad de forma temporal que los lleva a que no se comporten normalmente en el entorno. Se portan de manera confusa, pueden volverse amenazantes y violentos o por el contrario demasiado pasivos.

Este es un tema que debe abrirse, todavía hay muchos mitos alrededor del suicidio, por ejemplo, creer que cuando alguien dice que se va a suicidar no lo hará, pensar que solo se quiere llamar la atención o que si están alegres no tomarán esta decisión. Normalizar hablar del suicidio da luces sobre el terreno en que se pisa, lo que no se menciona es como si no existiera. No hablar del tema, no preguntar directamente al adolescente si ha pasado por su mente no querer vivir más porque se cree que se le da la idea, es uno de los mayores mitos.

El suicidio es una tragedia no un escándalo ni algo por lo cual sentir vergüenza. Este tema es muy estigmatizado aún porque históricamente ha sido un pecado morir por suicidio. Entender la dimensión para incrementar las ayudas, capacitar a padres, profesores, autoridades…para poder cooperar en una situación de crisis y así dar un apoyo oportuno y eficaz.

Porque es jueves de volver a lo que fue, porque cualquier día es bueno para hablar del tema, porque el suicidio es un problema grave en nuestra sociedad y hay que hacerlo visible.

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