FLACO
Nueva York, esa ciudad para todos los gustos y aunque para algunas personas no representa ningún atractivo, para otras, siempre hay algún plan. Hace casi tres meses un búho euroasiático que permanecía en el zoológico del Central Park fue noticia. Llegó al lugar con unos pocos meses y llevaba casi trece años en cautiverio, hasta que los primeros días de febrero lo vieron por las calles de Manhattan como cualquier transeúnte. Alguien había cortado deliberadamente la malla de donde permanecía recluido.
Este acto de vandalismo o compasión, ya está en usted como lo quiera ver, desató comentarios y preocupación porque Flaco, así se llama, nunca había estado en su hábitat natural. Se hicieron intentos para recapturarlo porque era probable que muriera de inanición ya que el búho, no había desarrollado nunca sus habilidades de caza. Flaco estaba acostumbrado al servicio a la habitación en el zoológico y no conocía la libertad.
Monitoreándolo permanentemente, los intentos de retornarlo fueron inútiles pero pocos días después los ornitólogos quedaron más tranquilos al darse cuenta que la naturaleza agreste de Flaco prevalecía ya que empezó a mostrar con orgullo como se alimentaba y otros signos de adaptación.
La historia del ave es solo un pretexto que sirve como espejo de lo que puede ser la vida y experiencias de cualquier persona.
Lo primero que mostró el búho fue cómo sobrevivir, después buscó suplir sus necesidades básicas, fue ajustándose al cambio, adquiriendo destrezas y aprendiendo y conociendo su nuevo entorno. De igual manera lo pueden hacer las personas. Imagínese que se traslada de país o ciudad, que afronta una transformación en su vida, cambia de estado civil, se enfrenta a un choque cultural o cualquier otra situación de cambio. Piense en que alguna vez ha tenido o tendrá que modificar patrones comportamentales para aclimatarse a algo nuevo y que debe variar su forma de actuar naturalmente.
Flaco tuvo en cautiverio comportamientos aprendidos, hábitos naturales alterados, patrones alimenticios diferentes, maneras de comunicarse adaptadas, su conducta modificada, cambio en todos sus rituales naturales incluyendo el apareamiento y cortejo. Sin embargo, su naturaleza siempre estuvo en él. Ya en libertad, su instintiva estrategia depredadora no solo lo ha hecho alimentarse, también dejó asombrados a quienes pensaron que seria incapaz de maniobrar con confianza. Está en la intemperie, realizando control de plagas, desplegando destrezas, reclamando y defendiendo su lugar en una rama de un árbol y seguramente en algún momento se creará una nueva especie de búhos en el Central Park.
Se llama supervivencia y es desarrollar adaptaciones cuando el entorno cambia drásticamente, sucede con los animales y con las personas. Algunos mueren en el intento, otros cambian de lugar si pueden, y algunos otros logran la adaptación conductual abandonando sus antiguos hábitos.
Los seres humanos, igual que Flaco, pueden tener buena vista, oído agudo y gran capacidad de vuelo para desarrollar su inteligencia y sentidos. Permanecer salvajes por dentro, tener autoconfianza ayuda a adaptarse a otro hábitat. Trabajar la fortaleza mental, física y emocional, sortear dificultades, manejar la adversidad, las amenazas, los problemas, la tensión, afrontar los acontecimientos adversos, todo esto es la tan nombrada resiliencia, que hasta algunos materiales la tienen ya que se doblan sin romperse para volver a su forma original.
La historia de Flaco es admirable y hermosa, adaptarse es protegerse y esto es de sabios como los búhos. Porque es jueves de volver a lo que fue, lo que es, lo que siempre será…porque siempre aparecen nuevos escenarios por descubrir y a los cuales acomodarse, porque en el interior de cada uno hay herramientas que lo ayudan a su crecimiento personal y a sortear los cambios del entorno.